Cultura
Nadie es perfecto (remasterizando a Plauto)
El esfuerzo del dramaturgo Eduardo Galán Font por darle “más chispa” a la obra Mercator (El Mercader) de Plauto a la vez que la actualizaba y versionaba, le ha llevado a fijarse en otras dos: Cásina y Asinaria. Con los ingredientes de las tres: hilo conductor, trama, personajes… ha conseguido “remasterizar” a Plauto, al igual que a su vez el autor latino hiciera con tantos otros autores y tantas obras. Así, anoche nos ofreció MERCADO DE AMORES, el último estreno del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida de este 2021, año 2 de la pandemia.
Una obra que contiene los ingredientes más típicos de la comedia plautiana: enredos, equivocaciones, embrollos, engaños y burlas. También algunos de los personajes más característicos del antiguo autor, en este caso un esclavo, jovenes enamorad@s, un anciano avaro y gruñón y un mercader tramposo (Pánfilo), interpretado por Pablo Carbonell, del que el mismo actor dice:
Yo, como Claudio, soy romano, pero yo soy más rico y aunque me llamo Pánfilo no me chupo el dedo. Mi nombre quiere decir “El que ama todo” y en estos tiempos no es nombre para ponerle a una criatura. Por culpa de la perversidad humana, “pánfilo” es el calificativo que se usa para describir al que denota poca habilidad para moverse donde te apuñalan por la espalda a la primera de cambio. ¡Cuidado con malinterpretar mi nombre! Yo lo amo todo, pero sobre todo el tintineo de las monedas y el suspiro extasiado del gozo carnal. Vamos, que tonto, lo que se dice tonto, no soy. Soy la creación de un hombre que vivió doscientos años antes que Jesús de Nazareth. Su nombre era Plauto y le fue bien con lo del teatro porque le daba al público lo que quería: diversión.
Así, nos encontramos con un montaje orientado a arrancar la risa del público de forma sencilla y previsible a la vez que fresca. Un estilo excelentemente asimilado por Eduardo Galán y bien dirigido por Marta Torres con la ayuda de David Huertas e interpretado por Pablo Carbonell, Victor Ullate Roche, Francisco Vidal, Ania Hernández, José Saiz y Esther Toledano. Hora y media para desconectar, hacer abstracción de la realidad y entregarse sin esfuerzo para disfrutar y pasar un buen rato.
La escenografía respetuosa con el entorno monumental es sencilla y efectiva, consistiendo en una serie de elementos arquitectónicos de decorado que permite la entrada y salida de los actores y actrices. Al mismo tiempo, facilita que en las escenas en las que no participan los actores y actrices, en lugar de aforarse, aguarden sentados en los extremos al más puro estilo de las antiguas representaciones latinas sin quitar protagonismo. Es diseño de Arturo Martín Burgos.
En cuanto a la iluminación, diseñada por José Manuel Guerra, es correcta a mi juicio, con cambios de ambiente y color dependiendo de cada escena, adaptándose bien al desarrollo de la trama.
El vestuario, vistoso y muy colorido, está diseñado por Carmen Beloso y resulta bien apropiado para una comedia como esta.
La música es original de Tuti Fernández y permite el inicio y final de la obra así como alguna transición y efectos sonoros entre escenas. Es agradable y previsible también, como el vestuario, en mi opinión, para este espectáculo.
La obra es coproducción del Festival de Mérida, Secuencia 3, Saga Producciones, Teatro de Malta, Summum Music y Hawork Studio y estará en cartel desde el 14 al 18 de Julio (ambos inclusive), comenzando las representaciones a las 22:45h. Las entradas pueden adquirirse en entradas.com
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