Turismo
Crucero Tajo Internacional · www.barcodeltajo.com
47 de los 1007 kilómetros de longitud del Río Tajo, el más largo de la Península Ibérica delimitan parte de la frontera hispanoportuguesa situada al Suroeste de la provincia de Cáceres. Sus aguas, nacidas en la sierra de Albarracín fueron navegables ininterrumpidamente desde Toledo hasta Lisboa lo cual le dotaba de un importante valor como vía de comunicación.
Hoy en día es imposible, entre otras cosas por la construcción de presas y embalses que impiden el tránsito aunque lo permiten en el espacio comprendido entre dos de ellas. Es el caso del recorrido entre la Presa de Cedillo, en la comarca de Valencia de Alcántara y la localidad portuguesa de Lentiscais, próxima a Castelo Branco, que realiza periódicamente el Barco del Tajo a fin de dar a conocer entre los turistas el Río Tajo, su historia, recursos y, sobretodo, su naturaleza.
Viajábamos desde Mérida y decidimos hacer el trayecto Mérida-Malpartida de Cáceres-Aliseda, Salorino-Cedillo, aunque había más posibilidades, para estar quince minutos antes de la salida del crucero.
En cuanto al barco, nos repetimos en lo que dijimos en un reportaje anterior sobre el crucero de Los Canchos de Ramiro, en Ceclavín, es extraordinariamente estable y de nuevo hemos de decir que las manos que lo guían son expertas, además del conocimiento que demuestra la tripulación de todos los temas sobre los que nos fueron hablando durante el recorrido relacionados con naturaleza, geología, historia, geografía, culturas locales … Un verdadero placer atender a las explicaciones y poder intervenir para hacer alguna que otra pregunta.
A algunos os preocupará el tema del COVID19. El barco está preparado y antes de subir uno de los tripulantes toma la temperatura de cada pasajero además de ofrecerle gel hidroalcohólico para que realice una limpieza de manos y una desinfección del calzado en alfombra especial. El uso de la mascarilla es obligatorio y hemos de decir que nadie se relajó en su uso durante el viaje. Los procedimientos de higiene adicional que se toma a bordo son los recomendados por las autoridades sanitarias, extremando las medidas de limpieza que pudimos incluso comprobar antes de que se permitiera el acceso al barco.
La embarcación es monocasco y cuenta con dos plantas, una inferior cubierta y otra superior descubierta donde uno puede sentirse como Leonardo di Caprio o Kate Winslet, desafiando al viento en la proa. La parte inferior de proa también es accesible y existen asientos en toda la embarcación para disfrutar con toda comodidad del recorrido. Las maniobras de salida y atraque son extraordinariamente suaves y, aunque es obligatorio permanecer en el asiento ocupado en la cubierta interior, no notamos ni siquiera un leve movimiento.
El trayecto se hace, como dijimos, entre Cedillo y Lentiscais, partiendo de las proximidades de la Presa de Cedillo y navegando aguas arriba el Tajo, siguiendo la frontera, unas millas hasta la desembocadura del Río Ponsul, afluente del Tajo, que baña ya tierras portuguesas desde su inicio.
La embarcación vira a babor al llegar a la desembocadura del Ponsul. Allí la masa de agua es inmensa. Al comenzar a remontar el afluente apreciamos que la espesura de la vegetación continúa en muchos lugares mostrándonos imágenes realmente espectaculares. Vemos, a medida que avanza el crucero, importantes masas del helecho de agua (azolla filiculoides), planta invasora cuya erradicación preocupa en estos días a ecologistas y políticos.
En el recorrido vamos viendo algún ejemplar de Buitre Leonado y Negro, Rabilargo, Oropéndola, Martín Pescador, Águila Imperial y Alimoche. Nos quedamos con las ganas de ver algún Cormorán, Cigüeña Negra o incluso algún Ciervo o Nutria. Este crucero es, en realidad, un aula viva de naturaleza, enriquecida por las explicaciones de la tripulación que demuestra una formación específica muy a la altura de lo que se requiere.
Al llegar a Lentiscais, la Camara (Ayuntamiento) dispone un autobús para viajar a Castelo Branco y allí se nos ofrecen dos posibilidades: una disfrutar de un día en su espectacular Piscina Praia, la más grande del país luso, completamente equipada con instalaciones de ocio, restaurante, césped, parking, sillas, sombrillas …
Nosotros optamos por conocer Castelo Branco y reconocemos que disfrutamos recorriendo su casco histórico, contemplando las murallas, subiendo al Castillo o visitando el Museo do Cargaleiro, colección de cerámica y pintura del nonagenario autor portugués que aún permanece en activo y que nos sorprendió gratísimamente. La Catedral de San Miguel, la Plaza Camoes, la Cruz de San Juan, el sorprendente Jardín del Obispo donde recibimos otra sobredosis de color verde para nuestros ojos. El Edificio del Centro de Cultura Contemporánea de Castelo Branco tiene una arquitectura moderna pero agradable de ver y su interior de visitar. Os dejamos aquí un enlace para que podáis ver las distintas posibilidades de Castelo Branco.
A las 18:15 hora española nos recogía de nuevo el autobús que nos transportaría hasta el muelle (Cais) de Lentiscais para tomar de regreso a Cedillo el barco.
Cansados pero felices, impactados por lo visto y lo que aún vimos de vuelta, porque los colores cambian dependiendo de la hora o el estado del cielo, iniciamos el regreso pero no a casa. Decidimos hacer noche en un Bungalow del Camping Aguas Claras, próximo a Valencia de Alcántara, una opción más que recomendable para redondear una estancia de fin de semana en esta zona que tanto tiene para conocer.
No dejaremos de insistir en el apoyo a empresarios extremeños como Rafael Pintado que un buen día desafió a las mentes conservadoras para iniciar la aventura náutica y transfronteriza del Tajo que hoy es una realidad de la que podemos disfrutar todos. Los cruceros del Tajo aúnan los recursos disponibles de la zona para ofrecer una alternativa de ocio verdaderamente interesante.
Más información en la web www.barcodeltajo.com o en el teléfono 680 554 146