Turismo

Déjate sorprender por la luz de Feria

Ser un enamorado de la última luz del día te llevará siempre a vivir momentos con un "algo" especial. La iluminación del día cambia, el foco cenital se transforma en calle antes de apagarse y cambia también la temperatura del color. Además, esta luz cambia cada mes por lo que será difícil que veas dos puestas de sol iguales en meses diferentes aunque sea el mismo lugar. Vivir todo ese proceso, interiorizar la luz que puedes atrapar en tu retina dejará en ti un bonito recuerdo que casi nunca desaparecerá.

 

 

Si además eres como yo y te gusta encaramarte a lo más alto que te encuentres, terminarás contemplando paisajes verdaderamente sorprendentes, como hace quince días me ocurrió en Montánchez o como hace meses en la Alcazaba de Reina o en el Pico de las Villuercas (no ha ocurrido aún pero está en lista). Extremadura, en definitiva, está plagada de lugares donde poder ver puestas de sol de las más sorprendentes que puedas contemplar en nuestro país.

 

 

Siguiendo estas dos premisas, la de la luz del ocaso y la de las alturas, aproveché a finales de Febrero, coincidiendo con un encargo de fotografía nocturna que debía realizar en algunos municipios pacenses, para atrapar unas imágenes de estas que te dejan un buen poso, un bonito recuerdo. Y no fue el azar quien dispuso que sería Feria, de la que me ocupé justo hace ahora un año en otro reportaje, sino las expectativas que tenía de presenciar un bonito espectáculo allí. 

 

 

Paseé primero, por la tarde, por su casco urbano, deambulando por sus calles cuya pendiente le confieren un carácter especial. Su urbanismo recuerda ligeramente al de cualquier pueblecito andaluz (estamos a menos de 50 kms. en línea recta de la comunidad vecina), con un toque también mudéjar en algunos edificios significativos y casas. Conviene dejarse empapar de la paz y tranquilidad de este bonito municipio pacense, caminando sin rumbo fijo, dejándose llevar por el caprichoso curso de las calles y plazas, levantando de vez en cuando la mirada para contemplar el castillo y su torre que a modo de cíclope parece vigilar lo que se extiende a sus pies.

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

Más tarde, cuando el Sol perdía altura, decidí subir al castillo pero sin pretensiones de visitarlo ya que era Lunes y estaba cerrado, pero sí con la idea de permanecer allí contemplando la generosa vista y aguardando la puesta de sol para dejarme sorprender por todos esos cambios que el astro rey va dejando en su camino.

 

 

 

 

 

Es bonito ver como los colores pasan del blanco al amarillo y de este al naranja, naranja-rojizo... hasta que no hay color, más que el que se nos antoja azul de la noche. Ver cómo las luces se van alargando como queriendo huir de los árboles, casas y campanarios que las proyectan, tiene también algo de mágico.

 

 

 

 

 

Y allí aguardé, disparando de vez en cuando mi cámara fotográfica para dejar reflejo de lo visto y vivido pero, sobretodo, para invitarte a ti a que cualquier tarde-noche del año hagas lo mismo: pasear por Feria. El paseo nocturno por la localidad, cuando ya parece que todos descansan, es algo sorprendentemente mágico y apacible a la vez.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Feliz ruta.