Turismo
En Playa Dehesa no hace calor. Día de baño en Cheles.
Para mitigar el calor de mediados de Julio, una mañana decidí conducir hasta Playa Dehesa, a unos cinco kilómetros de Cheles, en la provincia de Badajoz. Desde Mérida, el lugar dista en total unos 128 kms. si haces el recorrido por Badajoz y Olivenza, y 119 si conduces por la A5 hasta Talavera y desde ahí continúas por La Albuera (Batalla de la Albuera), Valverde de Leganés (Convento Madre de Dios) y Alconchel (Castillo). En tiempo la cosa queda con 1 hora y 38 minutos por el recorrido más largo y 1 hora 42 minutos por la ruta que menos autovía tiene, la de Valverde de Leganés.
La intención no era otra más que esa, conocer de primera mano la playa y, como estaba convencido de que iba a ser una experiencia agradable, me había aprovisionado de cámara de fotos, sombrilla y la novela Especie de Susana Martín Gijón cuya trama policíaca, más lento de lo que me gustaría, voy consiguiendo desgranar.
Sorprendente recorrido por las dehesas hasta llegar a la playa dulce. El nombre es quizá demasiado obvio pero me gusta que un lugar verde, generador de tanta vida como la dehesa dé nombre a una playa que por la mano del hombre se ha incrustado en su paisaje. Un buen aparcamiento, generoso y gratuito, sirve para despreocuparme de mi vehículo.
Luce orgullosa su Bandera Azul junto con las oficiales de España, Extremadura y Cheles. El viento la ondea hoy porque tenemos uno de esos extraños días de verano en los que hace calor, hay nubes y viento. Un viento que, desde Mayo, se nos ha hecho presente casi a diario en algunos puntos de la provincia y del que se me antoja pensar en positivo que es un buen alivio al rigor térmico estival.
Antes de bajar a la arena/césped, tengo que resaltar el magnífico chiringuito con el que está equipado el lugar. Amplio, bien atendido. Posee una gran terraza techada desde la que se divisa la totalidad de la playa y reparo también en una parrilla que me hace soñar con lo que produce: excelentes carnes de ibérico que a la hora del almuerzo hacen vuelo directo a las mesas.
Agua limpia, orilla impecable, una gran superficie de césped para plantar tu sombrilla o sombrajo además de las que ya existen fijas en la playa. Familias con críos que corretean impacientes chapoteando y contagiándote su risa nerviosa. Puedo ver que, para algunos incluso, es su primer contacto con el baño a cielo abierto.
En la zona de baño, casi en su límite hay un pequeño pantalán, barcas a remo y canoas. Fuera de la zona de baño algunos se esmeran en practicar deportes náuticos como paddle surf y alguna moto náutica brinca en el agua dibujando caminos que tienen segundos de caducidad.
La playa cuenta con un par de socorristas que tanto desde la orilla como desde el agua, en su tabla, permanecen atentos escudriñando la lámina de agua. Duchas, servicios y un puesto de helados completan la dotación de una de las dos playas con Bandera Azul de nuestra comunidad (Orellana y Cheles). Algo me hace presagiar que no serán las únicas y que pronto compartirán el orgullo extremeño de lucir la insignia de la Fundación Europea de Educación Ambiental.
Por último y tras completar un redondo día de playa sin salir de Extremadura, antes de regresar, la curiosidad me lleva a hacer una parada en el Puerto Deportivo de Cheles, donde me siento tranquilo a contemplar ese "mar fluvial" y todo lo que me regala una puesta de sol allí.
Cómo llegar: haz click aquí para ver la ubicación de la Playa de Cheles en Google Maps y saber a cuánto está desde tu casa.