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TAMUSIA
Fosos, murallas, restos de torreones … Lo que a simple vista parecen simples cercas de piedra delimitadoras de fincas son, en realidad los restos del complejo y completo sistema de murallas y cierres del Castro de Villasviejas del Tamuja que abarca también las Necrópolis del Mercadillo y las del Romazal I y Romazal II.
Está situado en el Término municipal de Botija, en la provincia de Cáceres, a unos 38 Kms. (pincha aquí para saber cómo llegar desde Cáceres, o aquí si vienes desde Mérida o Badajoz) lindando con los términos de Cáceres y Plasenzuela, en plena comarca de Sierra de Montanchez y Tamuja. Se trata inicialmente de un hábitat fortificado de la Segunda Edad del Hierro o Hierro Pleno y atribuido al pueblo Vetón, aunque la ocupación más antigua del yacimiento no corresponde a la época protohistórica, sino que algunos materiales recogidos en superficie evidencian una ocupación prehistórica, posiblemente calcolítica.
El castro se compone de dos recintos amurallados interpretados como independientes, situados en sendas elevaciones del terreno, delimitados en algunos laterales por el curso del río Tamuja que, hundido en la pizarra crea en ocasiones paredes que utilizaron como elemento defensivo y protector del recinto.
Estas murallas de las que te hablo hoy estuvieron reforzadas en algunos puntos con doble hilera de sillares de granito y relleno de piedras. En otros lugares aparecen revocadas en arcilla o su fábrica es de simples lajas de pizarra, colocadas siempre con una maestría tal que cuesta creer que tengan más de dos mil años la terminación de algunas de las estructuras que están apareciendo en las últimas excavaciones. La diferencia en el uso de materiales debemos buscarla en la mentalidad de una sociedad aristocrática que busca definirse y mostrar su alto grado de desarrollo por medio de una gran obra realizada por toda la comunidad de cara al exterior, bien al enemigo, bien al visitante.
La muralla sólo ha sido excavada en el punto Sureste, en donde localizamos un gran Torreón macizo y un tramo de muralla realizada en sillería de granito trabada con arcilla en su paramento exterior y rellena con grandes piedras de granito sin desbastar, pizarras y tierra al interior.
Parece ser que la población fue romanizada, quizá por la época de las guerras Sertorianas ya que han aparecido restos de cerámica romana y otros útiles similares a los aparecidos en el campamento de Cáceres el Viejo. La aparición de Celtíberos durante las guerras Sertorianas en estas tierras está documentada, bien como mercenarios o como expertos mineros. A pesar de las excavaciones e investigaciones, Tamusia o Botija, como también se le conoce por la población cercana, ofrece más dudas que luz y para ello se suceden desde hace años nuevas campañas de excavaciones para intentar desvelar el mayor número posible de los secretos que la tierra aún guarda para conocer el origen, desarrollo y abandono de la ciudad en torno al siglo I a.C..
Una mañana de Otoño conocí este Castro. Desde entonces vuelvo todos los años. Siento una obligación protectora para con el yacimiento porque algo hay en él que tira de mí y aprovecho cualquier posibilidad para difundirlo y divulgar su contenido e historia. Pocos lugares encontraremos en Extremadura con ceca propia como, según parece, debió tener TAMUSIA. Y es que entre estos restos apareció una moneda de bronce datada entre los siglos II-I a. C.. La moneda, por su parte, es celtíbera y representa en una de sus caras un rostro masculino con torques en el cuello flanqueado por dos delfines. En la otra cara aparece claramente la expresión en alfabeto ibérico TAMUSIA y sobre ella un jinete con lanza. Aunque parece ser frecuente la aparición de monedas en Extremadura con la expresión "tamusia", parece existir acuerdo a la hora de vincular la ceca con este lugar protegido por los cortados y las aguas del pequeño río Tamuja.