Turismo

La Catedral del Sur

El guardés de la iglesia ha llegado a la hora prevista aunque yo ya llevo tiempo en el exterior tomando algunas fotografías hipnotizado por la belleza del edificio. "Pues si te ha gustado por fuera, ya verás por dentro, ni te la imaginas, esto no es una Iglesia, es una Catedral", sentencia desafiante mi guía. A estas alturas, entre bodas, bautizos, comuniones, entierros, misas y curiosidad patrimonial, uno lleva vistas ya muchas iglesias, ermitas y catedrales. Y siempre que llegas a una que no conoces, lo más fervorosos del lugar empiezan asegurando que la suya es la más bonita de todas. 

 

La puerta cede y curiosamente los goznes no chirrían como era previsible. El arsense abre el paso, ufano, con una sonrisa que lo dice todo acerca del orgullo que siente por ser custodio de semejante tesoro. Estoy en Azuaga, en la Iglesia de Nuestra Señora de la Consolación. 

El caso es que el hombre tenía razón. Al menos a mí me lo parece. Se abre un mundo encalado, impoluto, filigranado en granito y con retablos dorados que rapidamente me obnubilan, me dejan bobo y boquiabierto hasta que consigo reaccionar. Después de esta sacudida magistral de arte sacro vuelvo a mí y a mi cámara y comienzo la visita parte por parte, con meticulosidad y detenimiento. El espacio bien lo merece. Es curioso, recabando datos de este lugar, he descubierto que la ornamentación de esta iglesia es la más importante de su estilo en la provincia de Badajoz, por delante incluso de la propia Catedral a la que sigue como segunda iglesia más grande.

El templo comenzó a construirse a finales S. XV (1,511), finalizando su edificación a principios del Siglo XV, concretamente hacia el año 1,538 según constato en una inscripción que se encuentro allí mismo. Su estilo arquitectónico responde a los últimos momentos del gótico, concretamente un gótico isabelino con tendencia al gótico portugués o manuelino mezclado con unas tímidas manifestaciones del inicio del estilo renacentista y algunas del plateresco. Está coronada por una torre de 34 metros de altura.

El interior alberga varias capillas e imágenes de gran belleza. Desafortunadamente, el retablo mayor es una copia del original que se destruyó en un incendio a finales del siglo XIX. El tríptico original tenía azulejos mudéjares y renacentistas y debió ser una maravilla. El expolio de algunas piezas durante la Guerra Civil menoscabaron, aún más, su rico patrimonio. Con todo, el conjunto recibió en 1992 la declaración de Bien de Interés Cultural. Y es que no se me ocurre que no pueda ser BIC.

Me llama especialmente la atención una curiosa pila bautismal, ejecutada en barro vidriado verde de estilo morisco, posiblemente de finales del siglo XV o XVI y que procede de unos alfares de Triana. Para acentuar aún más la curiosidad sobre la pieza, resulta que tiene otras dos hermanas gemelas, una de ellas en Sevilla y otra … … ¡en Nueva York!.

Otros elementos interesantes son la rica balaustrada de piedra en el coro profusamente decorado y también el púlpito.

La visita sobrecoge a la vez que admira. Os dejo con algunas de las fotografías que tomé aquél día para que comprobéis la poca justicia que le hacen mis palabras al lugar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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