Turismo

Alcazaba de Badajoz

Si alguien preguntara por qué he tardado tanto en ocuparme de la Alcazaba de Badajoz no podría darle una respuesta convincente. Ni yo mismo lo entiendo. La arqueología de época medieval y la relativa a la dominación árabe de la Península Ibérica siempre me ha fascinado. Y no lo digo para justificarme, es verdad. Como recreador histórico daría cualquier cosa por tomar una jineta en una mano y una adarga en la otra, colocarme almófar y bacinete, vestir una lóriga sobre la túnica y las brafoneras… y soñar con otras épocas, asomarme por un agujero en el tiempo al pasado glorioso de esta alcazaba recorriendo la muralla más larga de toda Europa.

Evidentemente la muralla más larga de Europa encierra la alcazaba más grande del continente y eso es algo de lo que presumen los pacenses, al igual que presumen de su fiesta anual Almossassa Batalyaws en la que se conmemora la fundación de Badajoz por parte de Ibn Marwan, “Abd ar-Rahman ibn Muhammad ibn Marwan ibn Yunus al-Yilliqí”, conocido también como “el Gallego” para más señas, en el año 875 de nuestra era, año 261 de la hégira.

Luis Berrocal Rangel, Catedrático de Prehistoria en la Universidad Autónoma de Madrid, y pacense de nacimiento, defendió hace tan solo unos días que la actual Badajoz tiene orígenes mucho más antiguos. Así Berrocal defiende que Ibn Marwan usó las murallas celtas, romanas o visigodas que ya existían y las acondiciona para que puedan albergar lo que hoy conocemos como Alcazaba. Incluso, sostiene Berrocal, respetó el nombre anterior del asentamiento que existía, Badaliacu o Bataliu. Puestos así, deberíamos replantearnos el uso del gentilicio Badajocense en lugar de Pacense que obedece a teorías desechadas hoy en día.

La conocida también como “cerca vieja” sufrió numerosas reformas. Una de ellas, la llevada a cabo por los almohades en el siglo XII es la que determinó el trazado que conocemos actualmente. Su construcción aprovecha las pendientes del terreno para dotar de mayor carácter defensivo a la fortaleza, aprovechando el río Guadiana y el arroyo Rivillas como fosos naturales.

Sede del Reino de Badajoz o Taifa de Badajoz entre los siglos XI y XII, su interior llegó a albergar tres mezquitas y varios palacios muy lujosos en época califal. Posteriormente, a lo largo de su vida, ha acogido dentro de sus murallas otros edificios que forman parte de la historia de Badajoz, como el Palacio de los Duques de la Roca en el que está instalado, hoy en día, el Museo Arqueológico Provincial, o el Hospital Militar, actual sede de la Biblioteca de Extremadura y la Facultad de Ciencias de la Documentación y la Comunicación de la Universidad de Extremadura.

La visita puedes realizarla libremente ya que no hay control de acceso ni hora de cierre del monumento, aunque te recomiendo que antes pases por la Oficina de Turismo (hay una muy próxima aquí). El recorrido es libre y el itinerario no ofrece duda alguna. Muros, murallas, barbacana… Solo hay que empezar a caminar para completar la vuelta al recinto.

Las vistas de la ciudad, el río, las zonas ajardinadas son extraordinarias. Sin duda la más especial, en mi opinión, es la de la Plaza Alta.

Y yo te dejo aquí un buen puñado de fotografías, para gloria de Badajoz, que tiene mucho para presumir con este maravilloso legado de la historia, pero de verdad te invito a que un día cualquiera de invierno, con sol a ser posible, te des el capricho de visitar la Alcazaba y el Museo Arqueológico. El aparcamiento es sencillo, allí mismo. ¿A qué esperas?. Disfruta.

 

Antes de marchar, una última visita obligada: La Plaza Alta. Como podrás ver, de alguna manera, forma parte inseparable de la Alcazaba no solo por proximidad, sino por el estilo andalusí tan profundo que conserva.