Texto y fotografías de: Diego J. Casillas Torres
21 October 2021
8 de Septiembre de 2021, había que celebrar el Día de Extremadura y la mejor manera de hacerlo que se me ocurre desde hace tanto que ni me acuerdo, es viajar a algún lugar de nuestra región que me haga sentir con fuerza la alegría y el orgullo de vivir en esta tierra.
- ¡Hornachos! ¿Porqué no?.
Cámara, coche a punto y allá que nos plantamos para disfrutar de una improvisada ruta, diseñada al momento, que combina el encanto de la sierra, el disfrute del cielo más hermoso, el agua de sus fuentes y la piedra de sus monumentos.
Aparqué en las inmediaciones de la Fuente de los Cristianos, al pié mismo de la sierra sobre la que se alza desafiando al tiempo su fortaleza Hisn Furnayus. Este hontanar ofrece un delicioso líquido elemento con un curioso ligero sabor a almendras. La fuente data del siglo XVI y pertenece al interesante patrimonio hidráulico mudéjar de la población.
Caminamos ahora sendero arriba hacia el castillo. Siempre me parece algo empinado y creo que es una suerte que lo sea porque nos permite parar de vez en cuando para ir contemplando un paisaje que mejora y va cambiando a medida que vas ganando altura. Bueno, es una excusa perfecta para disimular el cansancio.
Llegar al castillo y descansar, empaparse del viento, dejarse abrazar por el cielo y disfrutar del entorno tan privilegiado elegido por los musulmanes en el siglo IX para su construcción, contemplar el pueblo que hierve en el bullicio de sus fiestas patronales, en ese momento concentrados en la celebración de sus actos tradicionales…
Al encarar el pico más alto de la sierra, decido bajar por mi izquierda siguiendo un sendero que intuyo me llevará a la Fuente de los Moros, otro lugar especial del municipio situado en un paraje verdaderamente espectacular, y a ello que nos ponemos. Las botas aguantan bien la irregularidad del terreno y la pendiente con la que, a veces, hay que tener cuidado de no resbalar. Pequeños fragmentos de cerámica andalusí, arrastrados por las lluvias, salpican la parte más próxima al castillo. Nos detenemos, hacemos fotografías, llenamos los pulmones de nuevo con aire y continuamos con la bajada.
Al llegar a la fuente, sin querer, altero el baño de sol de un generoso grupo de ranas, gordas, enormes, que sintiéndose amenazadas, se lanzan al agua chapoteando. Esta fuente, contemporánea de la de los Cristianos es un lugar apacible para descansar, por eso no me extraña la actitud de los pobres batracios que acaban de huir.
Para aprovechar sus aguas, en el siglo XIX se construyó un lavadero perfectamente restaurado aunque fuera de uso.
Continuamos camino, ahora hacia Hornachos, por un camino empedrado y delimitado con muros al estilo mudéjar, como todos los que rodean al pueblo y se internan en la sierra. Este nos llevará al Pilar de Palomas, recientemente restaurado y jalonado con un escudo de Carlos V señal de poder sobre los moriscos. La fuente tiene como detalle característico un pequeño acueducto anexo que transporta el agua desde el arroyo Palomas gracias a una ingeniosa canalización.
De ahí al Pilar de los Cuatro Caños recorremos algunas calles en las que nos sorprendería, si no la conociésemos ya, la arquitectura tradicional de este bonito pueblo.
El Pilar de los Cuatro Caños ha sido durante siglos punto de encuentro de quienes venían a recoger su agua en cántaras para surtir sus hogares. También fue construido en el siglo XVI y, al igual que el de Palomas, está ornamentado con un escudo de Carlos V a dos luces (la bicefalia del águila pudo ser añadida con posterioridad a su construcción).
Cuando parece que hemos terminado de visitar fuentes y pilares decido recuperar nuestro vehículo y continuamos trayecto haciéndolo pasar por el Conventual Franciscano de San Ildefonso, otro punto interesante de la localidad fundado en el siglo XVI por Carlos I. El Cenobio no es visitable, pero su Iglesia sí. Me sorprende, mientras fotografío algún detalle de la puerta que, al tocarla, esta cede y se abre dejándonos acceder a su interior que consta de una sola nave cubierta con bóveda de cañón y algunos llamativos retablos. Su edificación fue ordenada por el Inquisidor General Alonso Manrique de Lara.
Pero me he reservado una sorpresa para sorprender a mi acompañante. Quizá le parezca minimalista comparado con las otras fuentes que hemos podido ver hoy. Se trata del Pilar de San Francisco, la más pequeña y menos ostentosa del conjunto. Esta fuente se surte del excedente de la de los Cristianos y fue construida en el Siglo XVI. A su vez, el agua no aprovechada continúa ladera abajo dando servicio a algunos huertos al estilo morisco.
Después de este paseo, recuperamos el camino empedrado que nos conducirá de nuevo hasta la Fuente de los Cristianos, punto en el cual iniciamos este recorrido que ha cumplido con creces nuestras expectativas. Mientras caminamos, nuestra mente procesa todo lo visto: sierra, cielo, agua y piedra. Toda una experiencia para nuestros sentidos que te invitamos a vivir.
He incluido en este reportaje, resaltado en rojo, enlaces de Google Maps a cada uno de los lugares visitados. Si quieres saber dónde está localizado Hornachos haz click aquí y planifica tu viaje, excursión o fin de semana.
¡Feliz ruta!
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