Texto y fotografías de: Diego J. Casillas Torres
19 November 2021 | Fuente: www.miextremadura.com
Se me antoja hoy nominar a Jerez de los Caballeros como la Capital del Temple y también del Patrimonio del Suroeste Extremeño. ¿Motivos?. Todos pero solo entenderé la pregunta si no has tenido la fortuna de pasear por una ciudad que destila historia por cada uno de sus rincones. Si es así, te invito a pasear conmigo por sus calles y descubrir algunos de los lugares con más encanto de esta ciudad.
Próximo a Jerez de los Caballeros está el Dolmen de Toriñuelo que trataré en un próximo reportaje. Otros dólmenes, como el de Valcavado y la Palomilla avalan el poblamiento ancestral de estos lares. Dejaré para la parte incierta de su historia la fundación fenicia bajo el nombre de Ceret, cosa que aún se debate en algunos foros de historia. Lo que sí está claro es que los romanos se asentaron en este enclave denominándolo Fama Iulia o Caeriana y, posteriormente, los musulmanes denominaron la población ya existente con el nombre de Xeris. Después, los templarios dejaron una imborrable huella en la ciudad que aún hoy perdura.
Mi lugar de partida preferido para mi inmersión jerezana siempre es San Bartolomé, el mismo lugar en el que pude conocer a Miguel de la Cuadra Salcedo y charlar con él. Quizá por eso mi predilección por este lugar. Suelo aparcar en las proximidades y deleitarme admirando esta preciosa iglesia que vio la luz el mismo siglo de la llegada de los españoles a las Américas. La azulejería de su fachada es el principal detalle identificativo que, además, le aporta una belleza única.
El interior, si te gusta el arte sacro, tampoco tiene desperdicio: un maravilloso órgano y un conjunto de retablos barrocos además de la pila bautismal en la que fue bautizado Núñez de Balboa, el primer Europeo que divisó el Océano Pacífico tras cruzar el continente americano.
Suelo callejear, a partir de aquí, por la Calle Oliva, bajando hacia la Casa Museo Vasco Núñez de Balboa, un maravilloso lugar para conocer más acerca de la primera presencia española en América.
Continúo mi recorrido hasta la Capilla de San Antonio, próxima a la Puerta de la Villa, la única medieval que se mantiene tal y como se construyó. Esta capilla, barroca se encuentra protegida bajo los arcos del antiguo acceso a la ciudad.
Reanudo la marcha en dirección a la Iglesia de Santa Catalina, otra joya patrimonial del siglo XV de la que me llama la atención principalmente la luz. No como término físico, sino arquitectónico. La construcción no tiene pilares que entorpezcan la visión del retablo mayor.
Salgo del templo católico y tomo la primera calle hacia la derecha, la Calle Peña, uno de los lugares imprescindibles que en Semana Santa ofrece todo un espectáculo con el descenso por su cuesta de nazarenos y costaleros cargados con los pasos procesionales. Calle Derecha, Calle Tahona y Calle San Agustín me llevan hasta la Oficina de Turismo, situada en el conventual de San Agustín, donde aprovecho para hacer otra parada contemplativa en el Mirador del mismo santo.
Si la haces coincidir con la última hora del día, podrás disfrutar de una preciosa puesta de sol. En Jerez de los Caballeros, mires hacia donde mires, siempre encontrarás una torre y una línea horizontal de casas y tejados que te inspirarán, sin duda, sensaciones muy agradables.
Todas las ciudades de corte antiguo siempre tienen un campanario, una torre, que desde la lejanía solían avistar los caminantes con la alegría propia de la llegada al destino. San Miguel comparte esa característica con San Bartolomé en Jerez de los Caballeros, y hacia allí encamino mis pasos en este momento.
Sesenta y cuatro metros de altura para su torre barroca, fábrica de Juan Alfonso de Ladera levantada a lo largo de 6 años entre 1749 y 1756 que cobijara a la Orden templaria de Santiago. En su interior, bóvedas góticas, un crucero decorado con frescos y un impresionante retablo. Sobrecoge, os lo aseguro, sentarse un rato en uno de sus bancos y contemplar esta creación.
La puerta de Burgos me espera a trescientos metros de aquí por un recorrido recto entre las calles que se encaminan hacia la Plaza de Vasco Núñez de Balboa en el que la característica arquitectura local me hace dudar acerca de si me encuentro en Extremadura o Andalucía. Conserva la torre y un trozo del lienzo de la muralla jerezana aunque restaurados hace unas décadas. La puerta fue prácticamente destruída en 1706 durante la Guerra de Sucesión y reconstruida un año más tarde no con demasiada maestría, por lo que hace unos años hubo que reconstruirla por completo y consolidarla para su conservación.
Continúo más allá, hacia la Plaza Núñez de Balboa movido por la curiosidad de ver como se desenlaza este trazado medieval de calles estrechas y curvas y, poco a poco, los edificios van perdiendo interés con respecto a lo que he dejado atrás. Me llama la atención el Colegio de las Hermanas de la Cruz y algunas casas que mantienen ese sabor tan del Sur.
Una parada obligatoria para reponer fuerzas en cualquiera de los muchos, y muy buenos, establecimientos hosteleros con los que cuenta la ciudad, me permite saborear ese jamón ibérico tan característico de esta zona. Habrá otros con otras denominaciones, serán buenos, excelentes, pero este sabe a las bellotas de las dehesas extremeñas y, al igual que la alimentación de las ovejas determina el sabor del queso, estoy convencido de que las bellotas influyen notablemente en lo que podría ser el buqué del jamón ibérico de bellota. Y es que, rez de los Caballeros no se entiende sin el jamón ibérico de bellota. Tampoco se entiende sin los riquísimos gurumelos tan presentes en la cocina local.
Ha anochecido y me han invitado a subir a la muralla para ver Jerez de noche. Desde luego que no voy a perder la oportunidad. Termino con esas últimas imágenes recomendándote muy encarecidamente que visites Jerez de los Caballeros porque me he quedado muchas cosas por contarte intencionadamente. Si no sabes cómo llegar, haz click aquí cuando subas a tu coche, y si ya estás en Jerez, haz click aquí para ver cómo llegar a la Oficina de Turismo. Feliz viaje.