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17 May 2020
Jerónimo llevaba despierto casi toda la noche. No podía dormir, estaba inquieto. No es que el jergón estuviese duro pero su madre se había empeñado en cambiar la paja el día anterior y aún pinchaba, lo cual le causaba incomodidad. Fue dando tientos a oscuras pero guiado por la luz de la ventana hasta que la alcanzó y se sentó allí, al fresco, el sitio favorito de su padre. El verano estaba tocando a su fin y el resencio, junto con los juncos del río, hacía que el ambiente fuese húmedo y con aroma a hierba.
"Malditos franceses" pensó mientras Pepe, un famélico gato negro que maneteía a raya a los ratones saltaba y buscaba acomodo a su lado en el poyete de la ventana. Su padre le puso Pepe porque le hacía gracia el hecho de que apareciese en la casa el mismo día que se enteraron de que los franceses habían nombrado rey de España a un tal José Bonaparte al que todos llamaban Pepe Botella. "Pepe, se llamará Pepe, jajajajajajaja". Recordó con un nudo en la garganta su estrepitosa risa y cómo le había enseñado todo cuanto sabía: a hacer trampas y cazar pájaros, a sembrar y recoger los garbanzos, dar de comer y cuidar a los animales que constituían el escaso patrimonio familiar, aunque ya apenas quedaban porque habían servido como sustento para los soldados y los heridos que aquélla maldita batalla había dejado. Su padre, Martín Peña, le enseñó muchas cosas más, sobretodo a ser honesto, trabajar duro y hacerse cargo de una casa cuando creciese o antes si él faltaba algún día.
No estaba previsto que esto ocurriera, o al menos tan pronto. Jerónimo jamás pensó que los hechos le harían crecer precipitadamente. Los franceses mataron a Martín el 16 de Mayo de 1811 junto al puente. Le descerrajaron un tiro en el pecho que le partió en dos el corazón. No le dio tiempo a sufrir. Él, como el resto de los hombres del pueblo había ido a luchar con una hoz en la mano para impedir que las tropas francesas comandadas por el mariscal Soult cruzase el río y entraran en La Albuera. Un soldado portugués le había dado el día antes una pistola y munición, explicándole cómo funcionaba, pero solo disparaba una vez y había que volver a cargarla. Pensó "eso lleva un tiempo y esos gabachos son rápidos ... ...mejor mi jocino". Además, él no había sido nunca amigo de las armas. El jocino, eso sí, con el jocino se defendía de maravilla. Aunque no lo había empuñado nunca contra una persona ni amenazado con él, no había espiga que se le resistiese. En el último momento, Martín dudó entre volver a cargar la pistola o empuñar su herramienta y defenderse, y la duda fue lo que le mató. Realmente, la duda no, sino el tiro de un francés, el que estaba a la derecha del que acababa de herir en un brazo con el único disparo de aquella destartalada pistola.
La Batalla de la Albuera está considerada como la más sangrienta de la Guerra de Independencia. Los heridos del primer día fueron evacuados a Sevilla. El día 17 continuaron las hostilidades pero Soult decidió retirarse ante la tremenda resistencia que estaba encontrando por parte de los aliados. Lo hizo antes de que saliera el sol del día 18 abandonando la mayor parte de sus heridos confiando en que serían socorridos por las tropas aliadas y la población de La Albuera. Aún dos días después de los enfrentamientos quedaban muchos soldados heridos desperdigados por el campo de batalla, entre los cadáveres, esperando ser atendidos.
Del eje anglolusoespañol, se contabilizaron 5.916 muertos (4.159 británicos, 389 portugueses y 1.368 españoles). Por parte francesa, Soult, en un ataque de vergüenza para evitar que se conociesen los datos reales, informó en un primer momento que había perdido 2.800 soldados pero, posteriormente, reconoció la muerte de 5.936 hombres. Otras estimaciones elevan las bajas de los galos a casi 8.000 personas.
El incierto resultado de la batalla ocasionó la huída de las tropas francesas hacia Andalucía y el hecho de que ambos bandos reclamasen la victoria. Por la parte aliada, a Wellington no le gustó el informe del General William Beresford y se dice que pidió que le redactasen una victoria. Soult se mofó de su enemigo mostrando su decepción con los oficiales y falta de humanidad con los soldados que, aseguraba, corrían despavoridos ante el avance de su victoria.
El resultado: una batalla de desgaste que apenas influyó en el curso de la Guerra de Independencia con más de 4 personas muertas cada minuto durante 48 horas sin interrupción, es decir, 12.000 soldados muertos a las que habría que sumar, sin duda, algunas víctimas civiles. Hombres y mujeres que con su fuerza, como nuestro personaje ficticio, Martín Peña, opusieron atrevida resistencia con más dignidad que destreza en las armas.
Los días 16 y 17 de Mayo de 2020 se conmemoraría el 209 aniversario de esta batalla y, desde hace años se viene haciendo con la recreación histórica del enfrentamiento en el que participan decenas de recreadores de la época. Una festividad que está declarada de Interés Turístico Regional. Este año no va a poder ser pero el próximo año se hará con el doble de fuerza, ilusión y respeto a quienes perdieron la vida hace más de dos siglos en este lugar.
Malditas sean las guerras, y como escribió Lorca en Bodas de Sangre refiriéndose a las navajas ... ... y el bribón que las inventó.
Os dejamos algunas de las fotografías que pudimos hacer el año pasado en la última recreación.