Monfragüe y su entorno. Cultura y Patrimonio

En pleno corazón de la provincia de Cáceres, en Extremadura, ligeramente septentrional, encontrarás uno de los territorios más sorprendentes no solo de España sino del mundo. No es pretenciosa la afirmación ya que desde 2003 cuenta con el título de Reserva de la Biosfera. Me refiero a MONFRAGÜE. Apartada lo necesario de todo, se encuentra encajada entre Plasencia (30Km), Trujillo (45,9Km) y Navalmoral de la Mata (48,4Km), ciudades de referencia y puertas de acceso a un mundo desconocido para la mayoría de quienes no viven allí. Así, Monfragüe descansa y sobrevive a los cambios climáticos, a la contaminación ambiental, lumínica y acústica brindando un remanso de paz y el contacto con un medio natural casi salvaje.

Sus primeros pobladores debieron aparecer en plena época Epipaleolítica hace unos 9.000 años (las fechas pueden variar según las fuentes que se consulten, no hay nada seguro al 100x100) y dejaron su presencia plasmada en el abrigo rocoso que se encuentra bajo el Castillo de Monfragüe. Desde entonces hasta los modernos centros de interpretación como el Bird Center de Torrejón el Rubio o el Centro de Visitantes Norte de Malpartida de Plasencia, el arte, la cultura, el patrimonio y la arquitectura del territorio han experimentado un desarrollo que te muestra cuanto es capaz de realizar el ser humano cuando se involucra con el entorno natural que le rodea. Mujeres y hombres recios, anclados a la tierra pero también al verde de su vegetación, al agua de sus ríos y a la cúpula celeste. Seres poderosos que evocan el concepto más profundo de la Madre Tierra que con manos también poderosas pintaron, esculpieron, escribieron, construyeron y también conservaron para que hoy puedas disfrutar de un hermoso recorrido por el que te guiaré en las próximas imágenes y palabras.

No voy a detenerme en la docena de Centros de Interpretación que hay en la Reserva de la Biosfera de Monfragüe porque, dada la importancia y la riqueza de su contenido, contarán con una publicación específica. Como también la tendrán la Naturaleza y las Estrellas. Una cuarta publicación tratará acerca de la gastronomía, la restauración y los alojamientos de Monfragüe y su entorno.

Para facilitar consultas, accesos, recorridos... advierto que todos los textos resaltados en color contienen enlaces a lo que en sí indican. Si es una población te llevará a su ubicación en Google Maps para que puedas llegar a ese lugar sin necesidad de tener que buscarlo expresamente. Espero que este recorrido sea de tu agrado y te resulte útil e inspirador para atravesar este territorio lleno de sorpresas. ¿Empezamos?

Dicen que lo mejor es comenzar por el principio pero... ¿Cuál es el principio en Monfragüe? ¿Dónde está también el fin? Para no incurrir en agravios por importancia lo mejor será recurrir al consabido orden alfabético aunque, aclaro, el recorrido que he realizado a lo largo de varios días por Monfragüe y su entorno ha estado organizado y ordenado atendiendo a todo lo que quería visitar, fotografiar y grabar. Así pues, comienzo por el principio que te propongo y lo hago desde Cañaveral.

 

 1. CAÑAVERAL 

Este municipio tiene la llave del territorio de Monfragüe en su lado más occidental desde la A66. Está situado junto al puerto de los Castaños, en la caída meridional de la prolongación de la cadena montañosa que forma el Parque Nacional de Monfragüe. Sus edificios más próximos prácticamente rozan la autovía. Aún así y frente al trajín de tráfico que diariamente soporta la Autovía de la Plata, Cañaveral es un pueblo tranquilo, lugar de parada habitual en los trayectos que los extremeños hacemos hacia el norte en los que es típico un buen desayuno con churros para reponer fuerzas y ánimo y continuar el viaje.

Hay un elemento patrimonial que destaca sobre todo el paisaje urbano de Cañaveral: las chimeneas. Más de un centenar de ellas, algunas con más de un siglo como una que tiene forma de barco que data de 1.913, pueblan los tejados de las casas de la villa. Naturales y foráneos las admiran a diario.

Aunque fue fundada por templarios en el siglo XVI y su apellido era "de Alconétar" pronto pasó a llamarse Cañaveral de Las Limas. Su situación era algo estratégica ya que por un lado reunía el tránsito trashumante entre el norte y el sur a través de la Vía de la Plata y por otro controlaba el vado del Río Tajo que se hacía a través de la barca de Alconetar. Estas localizaciones no suelen ser casuales y, a mí que me gusta meter la nariz en libros de historia con frecuencia, intuyo que los romanos, probablemente, debieron establecer por aquí alguna "Mansio", una especie de fonda o posada en el camino. Hoy en día, los cañaveraliegos apenas pasan de los mil.

La Vía de la Plata, recurso patrimonial y natural, recoge un importante tránsito peregrino hacia Santiago de Compostela. La Cañada Real parte al pueblo en dos ya que atraviesa la misma Plaza Mayor. En temporada "alta" pueden pasar a diario algunas decenas de peregrinos cargados con sus mochilas normalmente en dirección Norte.

Destaca, además de las chimeneas, un trazado urbano irregular salpicado de casas solariegas, algunas con inscripciones en sus dinteles. También es destacable la Plaza Mayor que debió ser porticada por completo aunque hoy solo conserva los soportales de algunas viviendas con sus arcos de medio punto. En ella se encuentra la Iglesia de Santa Marina, de estilo gótico arcaizante, edificada en torno a los siglos XV-XVI. Su interior guarda un interesante retablo rococó.

Tres son las ermitas que perviven a estas alturas en el pueblo. La de San Roque, del siglo XVI y la del Cristo del Humilladero, del siglo XVIII. Ya en las afueras, recorriendo la Vía de la Plata, me detengo en la Ermita de San Cristóbal, en la falda de la sierra, y allí me paro un rato no solo para descansar, sino para recopilar todo lo visto en esta villa.

Fuera de la población, intento llegar al Santuario de Nuestra Señora de Cabezón pero, cuando estoy a punto de alcanzarla a través de un largo camino rural me topo con la portada de una finca que me advierte que es propiedad privada y decido dar la vuelta. Cada vez soy más respetuoso con eso de molestar o invadir alguna propiedad privada.

 

 2. VILLA DEL ARCO, ARCO o EL ARQUILLO (CAÑAVERAL) 

No me he saltado letras en el alfabeto, que va, pero Cañaveral guarda dos visitas necesarias, la de Arco, Villa del Arco o también El Arquillo, según guste cada cual nombrarla, y también Grimaldo. Aprovecho que me encuentro cerca del extrarradio del pueblo para tomar la carretera CC-165. Esta me llevará después de trazar una treintena de curvas que requieren toda la atención al volante pero sin duda serán el disfrute de tus compañer@s de viaje por las vistas que ofrece el recorrido. Es como si de repente subieses a un puerto de montaña en el que solo falta la nieve. A medida que aumenta la altitud va desapareciendo la vegetación pero después vuelve a aparecer y, créeme, es un regalo para la vista y los sentidos. El trayecto entre Cañaveral y Arquillo es de 3 kilómetros que transcurre sinuoso bordeando la orografía de la Sierra de la Silleta. Confieso que lo hice en coche por aquello de economizar tiempo pero pide a gritos hacerla a pie. La razón: me quedé maravillado y quiero disfrutarlo con reposo.

Deberías estar conmigo hoy aquí, y como eso no ocurre tendré que contarte lo que percibo. Este lugar es mágico, es... no sé bien como definirlo pero me inspira una mezcla entre viaje en el tiempo y sumergirme en un cuento, en una historia inventada en la que hay lobos, bosques y hasta caperucitas. La arquitectura popular está marcada en cada piedra, cada pared, cada tejado. Las casas, que en número no pasarán probablemente de la veintena, llegaron a ser cuarenta y están perfectamente ordenadas en calles que por fortuna mantienen el empedrado original. Salvo alguna vivienda en mal estado el resto ofrece un aspecto bonito, bucólico, encantador... Según mis informaciones mantiene un único habitante y algunos más ocasionales que aprovechan las viviendas como lugar de ocio los fines de semana.

Arco estuvo adscrita a Galisteo en el siglo XVIII y sometida al mismo señor, Los Condes de Osorno primero y el Duque del Arco después. No obstante, anteriormente, a finales del siglo XVI perteneció a Portezuelo y a la Orden de Alcántara.

Un paseo recorriendo su minúsculo trazado urbano me lleva hasta la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción pasando por delante de los restos de un viejo olmo negro que nació en el siglo XVI y murió, por desgracia, en 1998 comido por la grafiosis. Una vez arriba me maravilla ver el pueblín abajo, el diminuto cementerio y la iglesia que rodeo junto a un estanque que en esta época está plagado de ranas que no dejan de croar añadiendo así una curiosa banda sonora. La iglesia se constuyó en 1847 pero el historiador Madoz hace referencia a una anterior en el mismo solar. Viendo el edificio me da la sensación de que es la original y lo que realmente se hizo fue reconstruirla. Y es que tiene cierto aire templario.

 

 3. GRIMALDO (CAÑAVERAL) 

Desde que se construyó la A66 ya nadie pasa por los pueblos salvo algún loco romático (yo confieso) que de vez en cuando anhela ver un paisaje diferente, más humano, más cercano. Y esto me lleva también hasta Grimaldo, población dependiente de Cañaveral y de la que ya no recordaba su castillo o lo que queda de él. Según algunos autores, Grimaldo tuvo una fortaleza musulmana que evolucionó en castillo durante el siglo XIII. Hoy queda en pié una torre restaurada anexa a lo que parece ser una casa solariega dentro de una propiedad privada y protegida por fuertes muros de hiedra. El lugar guarda una truculenta historia desde que en la década de los 50 del siglo pasado aparecieran en las proximidades del castillo restos humanos a los que les faltaban las cabezas. Según la leyenda, es posible que se correspondan con los sirvientes de Don Rodrigo de Calderón, Conde de la Oliva, I Marqués de Siete Iglesias, Comendador de Ocaña en la Orden de Santiago, Consejero de Estado, Embajador y Secretario del Duque de Lerma... Estos, aprovechaban las ausencias del de Calderón para dar hospedaje a comerciantes, trashumantes y peregrinos a los que envenenaban por la noche para, posteriormente, descuartizar y despojar de todas sus pertenencias. Uno de sus vasallos, advertido de la historia se apresuró a ir hasta el palacio de Valladolid de Don Rodrigo para informarle. El señor, indignado, recurrió a la Santa Hermandad a la que encargó investigar y ajustar cuentas. La leyenda cuenta que así se hizo y los sirvientes ajusticiados fueron decapitados y sus cabezas colocadas en las almenas del castillo.

Junto al castillo, un riachuelo atraviesa un pequeño bosque en el que se encuentra la pequeña iglesia de la Inmaculada Concepción, de estilo gótico tardío levantada en el siglo XVI. Un remanso desconocido que ni se advierte desde la carretera pero que supone un espacio para descansar y disfrutar con el único fondo del sonido del agua.

El caserío de Grimaldo es pequeño e irregular. Un par de calles en las que me encuentro algún fuste de columna, alguna basa, un pilón, restos de un antiguo y modesto esplendor que hoy decora dinteles de casas y calles por las que pasear calmadamente. En la carretera, algún alojamiento rural, el albergue de peregrinos y un par de bares dan fe del carácter de Grimaldo como lugar de paso. Menos de cien habitantes en este lugar. Si sueño, se me vuelve a ir la cabeza y pensar en otra posible Mansio romana aunque tendría que elegir ubicación entre Grimaldo o Cañaveral. Ambas tan cerca no tendrían sentido.

 4. CASAS DE MILLÁN 

Llego a Casas de Millán, también cerca de la A66, después de recorrer algo menos de 9 km desde Cañaveral. La tónica de pueblos pequeños se repite y sus habitantes, conocidos como casitos, apenas pasan de 550. Su origen se remonta a la Villa Romana de San Benito (siglo I antes de nuestra era) y también del antiguo campamento romano conocido como la Casa del Pretor, en la Sierra de Santa Marina.

Antes de recorrer la población decido visitar la ermita de Nuestra Señora de Tebas (Siglo XVI). Está a 5,7 km por una pista en muy buen estado. Es última hora de la tarde y los colores en las fotografías que tomo viran hacia tonos cálidos, anaranjados, filtrados por el humo de los lejanos incendios de Canadá que el viento ha traído hoy desde siete mil kilómetros. Mi sorpresa es mayúscula cuando descubro en la esquina izquierda del edificio, encastrado en la fachada, un tenante de altar visigodo con una inscripción. Paro y lo devoro con los ojos primero y con la cámara de fotos después... El entorno es espectacular: encinas, alcornoques y jaras sobresalen tapizando un terreno adehesado primero e irregular después con suaves ondulaciones. 

Algo más allá de la ermita, siguiendo un pequeño camino a pié, encuentro lo poco que queda del molino "El Chaval" y creo que, además, acabo de encontrarme con ese chaval, hoy hombre de mediana edad, que me cuenta que el molino era de su padre. Mando un video desde mi teléfono a mi compañero Julio para contarle lo bonito del lugar, y la necesidad de visitarla juntos cuando tengamos tiempo, así que le digo que lo anote. Y es que este paraje se me instala en la mente como para algo para disfrutar. 

De vuelta al pueblo me dirijo en primer lugar a la parroquia de San Nicolás de Bari, en un alto que domina el pueblo. Le doy la vuelta para admirar algunos detalles de su fachada como los esgrafiados, las cornisas con bordura de bolas, o el fuste de columna que se advierte encastrado en el muro de la iglesia. Esto último me hace pensar en ese pasado arquitectónico romano y visigodo reutilizado en la construcción de edificios siglos después. La población está al abrigo meridional de las estribaciones de la cadena montañosa que forma Monfragüe. 

En el paseo por el pueblo descubro la Casa blasonada del Marqués de Siete Iglesias, custodiada por una cigüeña que me observa. Recorro sus tranquilas calles y veo cómo en algunas casas se han empleado como dinteles piezas que parecen proceder del yacimiento romano.

Me detengo en la Ermita de San Ramón, pequeña, adosada a un grupo de casas. Es de estilo barroco construida a base de mampostería y sillería con dos puertas en 1.739. Veo que la del lado del Evangelio está cegada pero de la principal me llaman la atención sendos corazones colocados a cada lado y la decoración del conjunto con motivos vegetales. En el centro del arco de medio punto figura el anagrama de Ave María "AVE M S.P.C.".

Me da tiempo aún para conocer tres cruceros, el de la Calle San Sebastián o Cruz Primera, la Cruz de la Escuela y la Cruz de la Piedad en la que se representa una Virgen velada sosteniendo el cuerpo yacente de Jesús.

 

 5. CASAS DE MIRAVETE 

Justo en el extremo opuesto al de Casas de Millán se encuentra Casas de Miravete. El despoblamiento también ha castigado a este municipio que ha pasado de los 858 miraveteños a 112 almas. Aunque sé que existen pinturas esquemáticas de la Edad del Bronce e incluso del Neolítico, no conseguí localizarlas para verlas pero ello me da la idea de que el primer humano que pisó esta tierra lo hizo hace unos 5.000 años. 

El nombre de esta población ha cambiado a lo largo de la historia. Si bien en el momento de su fundación recibió el nombre de Ventas de San Andrés y su ubicación era diferente a la actual, posteriormente, en el siglo XIX fue conocido como Casas del Puerto y en el siglo XX renombrada como Casas de Miravete. Su escudo luce una campana. El motivo, la pertenencia de este municipio a la agrupación conocida como La Campana de Albalat. Nos tendremos que remontar a la época musulmana y lo veremos en la visita a Romangordo. Albalat fue un asentamiento islámico situado entre Casas de Miravete y Romangordo hoy en excavación arqueológica y proceso de puesta en valor. Tras la reconquista, Albalat desaparece y se establecen varios asentamientos cercanos: Romangordo, Higuera de Albalat y Casas de Miravete. Para gestionar el funcionamiento de estos pequeños nucleos poblacionales se funda una organización administrativa conocida como La Campana de Albalat que formaba un único concejo aunque tenía tres alcaldes y una sola parroquia con un rector.

Contó con el Castillo de Miravete, en la sierra de la Moheda, abandonado y difícilmente accesible hoy en día. Me conformo con visitar la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, templo modesto del siglo XVII.

En los primeros viajes a Madrid que hice con mi padre siendo aún niño, desde la carretera me llamaba la atención un campanario que sobresalía en el terreno adehesado en la falda de la sierra de Miravete. Hoy puedo visitarlo. Es la Iglesia de Santiago de la Piñuela, levantada en el siglo XV. Medio campanario y algunos muros en el interior de una propiedad privada son lo único que queda en pie desafortunadamente.

Tampoco han sobrevivido restos de las ermitas que existieron en Casas de Miravete. En la sierra existen el emplazamiento de un estratégico fortín francés de la Guerra de la Independencia. Visito alguna de las fuentes del pueblo y quedo impactado con el paisaje que las rodea: una maraña de alcornoques y encinas, algún roble y muchos helechos que tapizan el camino hasta Santiago de la Piñuela. Y todo plagado de mariposas de varias especies y colores. Que me disculpen los aficionados a la lepidopterología pero no sé identificarlas. Paseo entre este patrimonio que no es arquitectónico pero sí natural mientras pienso en toda la historia de La Campana de Albalat, la población de Albalat, el pasado islámico de este lugar y no deja de darme vueltas que, al fin y al cabo, Miravete podría ser un topónimo de morabit, edificio religioso islámico. Mi padre, cuando pasábamos por aquí, me contaba que Miravete derivaba de mirar y vete, algo relacionado con mirador, lugar elevado con buenas vistas... Ambas opciones me sirven.

Y como la Guerra de Independencia marcó estas tierras a fuego, te recomiendo hacer la Ruta de los Ingleses desde Casas de Miravete a Romangordo. Tal vez puedas escaparte el 2 de febrero para ver las Candelas, o el 14 de septiembre para las fiestas del Santísimo Cristo.

 

 6. HIGUERA DE ALBALAT 

Tras una enorme recta en la carretera llego hasta Higuera de Albalat, uno de los tres municipios de La Campana cuya historia esbocé en la visita anterior a Casas de Miravete. Cien higuereños en 2024 habitaban el pueblo. Su historia, tal y como conté en el caso de Casas de Miravete está unida a la de Romangordo y Casas de Miravete. Pocas son las investigaciones que nos daten los restos prehistóricos del poblado de la Sierra de la Calzadilla aunque parece estar comprendido entre la Edad del Cobre y la del Bronce. Cerca del pueblo hay restos de una atalaya y ciudadela, Castil Oreja, pero son apenas imperceptibles y están devorados por la vegetación. Los restos cerámicos encontrados en el entorno delatan que podría tratarse de un asentamiento islámico del siglo XI.

El nombre está clarísimo. Aquí hay higueras por todas partes. En una esquina, bajo una casa sobresale otra y en la torre de la iglesia hay más que se asoman como desafiándome mientras miro desde abajo. Y ya que estoy en la Iglesia de San Sebastián te cuento que su construcción se remonta al siglo XVI aunque fue remodelada en el siglo XVIII. La edificación está levantada a base de mampostería y granito y destaca una torre circular anexa al campanario que no es más que la escalera de caracol que permite el acceso al cuerpo de campanas. Me gusta su portada porticada, con su arco de medio punto, le da un aire elegante a lo que en otras iglesias es una simple puerta. La arquitectura popular es tan sencilla como serrana, con casas a base de pizarra, mampostería, algún sillar de granito obtenido de sabediosdonde pero que siempre da pistas de que la antigüedad de la zona se remonta a muchos siglos atrás. Las flores jalonan la entrada de las casas dando un aire alegre al centro de la población.

Y tiro de la cámara 360º para sacar una vista estilo planeta de la plaza porque en el suelo están, a modo de mosaico, los signos más identificativos de la población, entre ellos la campana y una hoja de higuera.

 

 7. JARAICEJO 

Los pobladores islámicos dejaron en la zona bastantes términos. Jaraicejo deriva de Jaraíz "xaharig", que significa lagar pequeño. Para mí, Jaraicejo hasta hoy era solo un punto más de paso obligado en los viajes Madrid-Mérida antes de la construcción de la A5. También una preciosa estampa que ya no recordaba pero redescubro al entrar en Jaraicejo desde la antigua Nacional V en sentido Badajoz. Lo que yo desconocía es que Jaraicejo guardaba un precioso tesoro.

En 1969 el cacereñista Valeriano Gutiérrez Macías escribía sobre Jaraicejo afirmando que "este pueblo ha participado muy poco del progreso de los tiempos y permanece estacionado, como dormido, sin una nota de modernidad". En algo más de medio siglo las modas y las percepciones cambian tanto que hoy en día personalmente agradezco el hecho que algún pueblo haya permanecido dormido sin notas de modernidad, como comprobé en Villa del Arco, Cañaveral. No me atrevería a decir eso de Jaraicejo hoy en día pero sí afirmaré que sus calles y casas, su entorno, me cautivaron nada más bajar del coche.

En ese momento y después de ver que al final de la cuesta de la calle en la que he estacionado se levanta una la imponente iglesia reacciono viendo que a ambos lados de la calle las casas ofrecen numerosos vestigios de un glorioso pasado. Comienzo el ascenso hasta la Plaza de la Constitución. La sorpresa es mayúscula cuando me veo en el centro de ella. Y es que un lugar que asegura haber sido fundado por la reina Doña Urraca en el siglo XII no puede ser un lugar cualquiera. Tampoco puede ser una iglesia cualquiera aquella que custodió durante una noche los restos mortales de Isabel la Católica, tataranieta de Doña Urraca, en su periplo postmortem hacia Granada.

La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Junciana, declarada Bien de Interés Cultural (BIC), es una de las más grandes adscritas a la diócesis de Plasencia. La razón está en que Jaraicejo fue señorío episcopal y residencia de verano de los opulentos obispos del señorío de Plasencia. Se terminó a lo largo del siglo XVI y su aspecto ofrece improntas góticas y renacentistas. Al parecer, en torno al año 1.248, existía otra iglesia más pequeña sobre la que se debió levantar la que ahora veo. Ha sido testigo a lo largo de la historia de diferentes expolios por motivos bélicos, siendo el peor el sufrido por la ocupación francesa que destruyó el retablo mayor y un órgano monumental. Su aspecto es el resultado de la combinación de técnicas constructivas como la mampostería con pizarra y esquisto con cantería de granito en las zonas de más importancia. Tres grandes ventanales de medio punto y abocinados formados por dovelas de triple moldura decoran los laterales del edificio. La puerta que da a occidente se sitúa entre dos arcos y está tapiada en señal de luto desde que, tal y como te conté, pasaron por ella los restos mortales de Isabel la Católica. El aspecto fortificado de la construcción, su emplazamiento en el lugar más alto de la población... todo ello le otorga una estampa soberbia, poderosa. La fachada sur consta con dos enormes arcos que se abren al interior en forma de pórtico y que descansan sobre una columna toscana central y ménsulas laterales. Su interior es más inmodesto aún. Bóvedas de terceletes y arcos combados, nervios de ménsulas adornadas con ovas, puntas y acantos que se entrelazan entre sí mezclando los estilos góticos y renacentistas. El coro, el presbiterio... todo derrocha creatividad y arte en la piedra que lo soporta. El sepulcro de Antonio Cabañas, el púlpito del siglo XVI, un retablo de madera pintado de rojo, otro dorado a modo de baldaquino, las imágenes de santos y de la virgen, la pila bautismal...

Rodeando la iglesia y recuperando el aliento después de tanta sorpresa, el corazón vuelve a acelerarse cuando veo que el conjunto incluye además el Convento, la Casa de los Carvajal y el Palacio Episcopal. Y todo ello en el radio visual que podemos establecer alrededor de la iglesia.

Tomo de nuevo el coche para conducir hacia la ermita de Santa María de los Hitos, en la carretera EX-385, muy próxima a Jaraicejo (5 Km) y allí me encuentro con otro curioso edificio construido como consecuencia de una aparición mariana sobre unos hitos, de ahí su nombre, de piedra en 1742. Entrada porticada y bonito arco de medio punto para un lugar apacible en el que si no hubiese una romería en este lugar, sería capaz de inventarla para disfrutar aquí de un primaveral día de campo. Y supongo que habrá tal romería aunque lo que tengo seguro es que no me perderé el próximo 2 de febrero las "Purificás" para verlas en la plaza frente a la iglesia. Puede incluso que el 16 de enero, por San Fulgencio, venga a ver como los jóvenes del pueblo queman un muñeco en el Ejido para quedarme y ver a los mismos protagonistas al día siguiente recorriendo las calles en burros, caballos, mulos y asnos por San Antón.

Dejando las fiestas, echo cuenta de que me queda por visitar el castillo y el puente. La visita al castillo la suprimo porque no queda prácticamente nada salvo una torre rodeada de casas y decido encaminarme hacia el puente. No todos los días se tiene la oportunidad de cruzar un puente del siglo XV, testigo del paso de rebaños trashumantes y de tantos otros seres. El Puente del Almonte, que cuenta con la categoría de Bien de Interés Cultural (BIC), fue paso también de tropas a lo largo de los diferentes conflictos habidos. En él encuentro otro perfecto lugar en el que contemplar la evolución arquitectónica en la construcción de puentes cuando me doy cuenta de que, desde aquí, se ven otros dos más perfectamente alineados con el curso del río Almonte, los puentes de la antigua carretera NV y el puente de la autovía A5.

 

 8. MALPARTIDA DE PLASENCIA 

Aquí comienza Monfragüe para muchos que visitan el territorio. Monfragüe es bastante más que su famoso castillo y Villarreal de San Carlos. Hasta ahora te he mostrado otros municipios con interesantes propuestas patrimoniales. Toca detenernos en Malpartida de Plasencia, lugar en el que visitaré algunos lugares bien diferentes entre sí pero igual de especiales.

La estación de ferrocarril de Monfragüe fue inaugurada en octubre de 1881. En sus proximidades se creó el poblado ferroviario de Monfragüe, conocido también como Palazuelo-Empalme. Hoy en día sobreviven algunos edificios en pie pero en estado de abandono pese a lo cual este lugar consiguió su declaración como Bien de Interés Cultural con categoría de Conjunto Histórico. Al menos eso le otorga cierta protección. Recorrer el exterior de los edificios sobrecoge y transporta en el tiempo a otras épocas, incluso a otras latitudes. Dejo a tu imaginación la interpretación que quieras dar pero te recomiendo la visita.

Igualmente te recomiendo visitar el Yacimiento del Cerro de Castillejos, un pequeño conjunto arqueológico en plena dehesa que muestra los restos de la muralla de un antiguo poblado vetón, algunos menhires y tumbas antropomorfas. La más conocida de ellas es la que recibe el nombre de "Tumba de la Princesa", tallada en un enorme bloque de granito lo cual da idea la de que fue última morada de algún personaje destacado. El ideario popular es el que le ha otorgado la ocupación a una supuesta princesa. Me llama la atención especialmente un bloque que contiene, a modo de tumba inacabada, un hueco a medio esculpir.

Volviendo a Malpartida descubro en la fachada de un edificio un mural con palabras de forja negra que nombran diferentes plantas en castúo: zacapeo, argamula, espárrago pijotero, avena loca, jopo de zorra, zoltiguilla... Forma parte de la identidad chinata, que así es como se denominan los habitantes de Malpartida de Plasencia.

La Iglesia de San Juan Bautista, declarada Bien de Interés Cultural (BIC), fue edificada en el siglo XVI a base de mampostería y granito. Como muchas de este territorio de Monfragüe, su estilo y época se sitúa entre finales del gótico y comienzos del renacimiento. En el interior me llama la atención el coro y los nervios de las bóvedas. La del presbiterio es de crucería con terceletes. Su exterior ofrece motivos decorativos en los que me recreo, tanto en la puerta de la epístola como en la del evangelio. Hacia el oeste apunta una tercera puerta con arco de medio punto.

Otras ermitas en Malpartida son las de la Virgen de la Luz, del siglo XVII y las de San Cristóbal, San Blas y San Gregorio. Paro en esta última, construida en el siglo XVI sobre otra más antigua y anterior con la misma advocación. En el exterior, un crucero llama desde cierta altura a la oración y el recogimiento de los fieles.

Trasteando por las afueras me encuentro con el puente del Molinillo cuya antigüedad no he podido constatar ya que no he encontrado información. Imagino que estaría igualmente ligado a algún molino en el arroyo que cruza pero tampoco pude encontrarlo. Me sirvió como zona de descanso el merendero que hay junto al puente.

 

 9. MIRABEL 

A la hora de comer aprovecho el merendero que hay en el ascenso al castillo de idéntico nombre. Aquí tengo la sensación de estar acercándome más al Monfragüe tradicional, al que conozco de siempre, al natural. Desde lo alto del castillo contemplo el paisaje y veo que poco cambia en relación al que veré en Villarreal de San Carlos o Serradilla, la zona más Monfragüeña y conocida por todos. De momento el castillo me recuerda aquélla historia que ya conocía. Este debió construirse sobre una antigua fortaleza islámica. Bueno, este castillo exactamente no, sino su antecesor que podría ser de origen templario. El caso es que el castillo, propiedad de los Zúñiga, Marqueses de Mirabel, enclavado en la Peña del Acero, fue sitiado por tropas islámicas en torno al año 1.172, año arriba, año abajo. Frey Lope de Zúñiga y sus tropas allí acuarteladas, tras sufrir meses de sitio y privación de alimentos por parte de Abú Yusuf, vieron como se quedaban poco a poco sin provisiones hasta que solo quedaron trece panes. En ese momento y al borde del motín, el bueno de Zúñiga pensó que, o había comida para todos o no la habría para nadie, agarró los trece panes y los arrojó por la muralla. Los sitiadores decidieron levantar el cerco ante semejante "lluvia de panes" ya que pensaron que el castillo no caería nunca porque tenía comida para dar y regalar.

El castillo resulta cómodo para la visita gracias a las plataformas instaladas que ofrecen la posibilidad de acceder a los puntos más altos. Y también bajar a los más profundos. Así, me interno en una enorme bodega construida aprovechando la roca y cubierta con una imponente bóveda de cañón completamente intacta. 

En la Plaza Mayor descubro el pavimento enrollado de una de las plazas más grandes de Extremadura. Allí está el rollo jurisdiccional, también picota a juzgar por la forma y la iglesia parroquial de Santa María de la Asunción, también conocida como "de la Jarrera" comenzada a edificar en el siglo XV y terminada de remodelar por los Marqueses de Mirabel en el siglo XVII. Destaca una gran torre en el edificio construido a base de mampostería y sillares en las zonas más destacables.

Bajo a la fuente conocida como La Charca o La Charquilla en la que me atrapa la visión y el croar de un par de ranas. Descanso a la sombra y el frescor del agua y su soniquete antes de subir hasta El Palacio porque hoy hace un sol de justicia. Según la fuente que se consulte podrás leer bien que fue el palacio de los marqueses de Mirabel o la casa de los administradores de los marqueses ya que estos tenían su propio palacio en Plasencia. Sea como fuere es el edificio más destacado del caserío de Mirabel.

Destacan en el calendario festivo los fastos en honor a la Virgen de la Jarrera, patrona de Mirabel, que se celebran el fin de semana siguiente al domingo de resurrección y también las Candelas, el primer domingo de febrero en el que mozas de la localidad ataviadas con el traje regional cantan coplas por el pueblo.

 

 10. PEDROSO DE ACIM 

Los tópicos en los que caí durante años hicieron que conociese solo lo general sin detenerme a profundizar o aventurarme en lo concreto. Así, de Pedroso de Acim solo conocía el Monasterio de El Palancar, una joya imprescindible. Sin embargo jamás hice intención por conocer la población. Quizá porque nadie me había hablado de ella. Ahora, sentado en el pilar de la plaza entiendo, comprendo y me arrepiento del error. Estoy aquí para expiarme y disfrutar de la vista cuando supere la admiración que casi me inmoviliza. En 360º tengo la Torre del Reloj, en la parte más alta de la plaza, levantada en el siglo XVI. El pilar sobre el que estoy sentado data de 1557 y fue construido por Fray Pedro de Alcántara. Frente a mí, una estatua del santo y algo más abajo la iglesia, pequeña pero preciosa, construida en el siglo XVI con sillares de granito que presenta un porte tan digno como hermoso. Bajo la advocación de Santa Marina cuenta con un gran retablo de madera y dos cuadros de la escuela de Luis de Morales.

Tengo la costumbre casi compulsiva de rodear siempre las iglesias antiguas cuando las visito. La razón está en la curiosidad porque a menudo encuentro detalles arquitectónicos, piezas encastradas en la fachada u otro elemento que me aporta más información sobre el edificio en cuestión. En este caso lo hago y descubro en la parte trasera del templo un antiguo lavadero en el que hay que abstraerse mucho para no situar, como si fueran hologramas, mujeres de otros tiempos cantando mientras hacen la colada.

Después de recorrer varias calles del pueblo y ver preciosos murales que reivindican el lugar de la mujer en la sociedad actual, llego a la conclusión de que Pedroso de Acim es un buen lugar para retirarse unos días, pasear por la sierra, dejarse empapar de su espíritu rural, devorar con los ojos el granito que sirve de cuerpo para los edificios. Antes pensaba que Fray Pedro de Alcántara no eligió mal el lugar para construir "El Conventito" pero me equivoco. Tiro para allá cargado con la cámara. Lo he visitado otras veces pero siempre me gusta visitarlo porque el lugar apacigua los demonios interiores que siempre solemos llevar con nosotros. También rezuma paz y consigue anclarme a ella mientras permanezco en el solar. Dista apenas dos kilómetros del pueblo. Dije que me equivocaba porque la elección de Pedroso de Acim por San Pedro de Alcántara no fue casual, sino más bien causal. Recibió una propiedad en donación y aquí que se vino para construir el pequeño monasterio que hoy piso, el de la Purísima Concepción de El Palancar. Enclavado en la sierra y rodeado por una frondosa vegetación y ricos jardines, el edificio construido en 1557 y ampliado durante el siglo XVIII posee iglesia, claustro y hospedería, todo dentro del concepto de austeridad franciscana. La austeridad llega al extremo de otorgarle el privilegio de poseer el claustro más pequeño del mundo que cuenta con unas dimensiones de tan solo ¡un metro cuadrado! de luz.

Cuando voy a incorporarme a la ruta para visitar la siguiente población, en la intersección de carreteras paro en el cementerio. Son lugares que no atraen la simpatía, está claro, pero este de Pedroso de Acim consigue llamar mi atención porque en sí mismo, si estuviese despojado de dolor, restos humanos y cuanto hace que sea un lugar donde nadie quiere estar, sería un monumento más de la población que visitarían quienes se acercan hasta estas tierras. Me quedo sin visitar la Ermita de Santa Bárbara pero te recomiendo el paseo hasta la misma. No en vano pienso que los lugares que te atrapan debes dejar algún sitio por visitar, algo por conocer, para así sentir la necesidad de volver.

 

 11. ROMANGORDO 

Aunque la costumbre de decorar el trazado urbano con murales se ha extendido por la mayoría de nuestros pueblos creando precisos rincones, hay una localidad extremeña que se lleva la palma por ser pionera e innovadora en esta tendencia usando trampantojos en las fachadas de sus casas. Me refiero a Romangordo. ¡Cómo!, ¿Que no has oído hablar de ello? Ven, te lo mostraré.

En torno a doscientos cincuenta habitantes, romangordeños y romangordeñas, son los orgullosos disfrutadores y poseedores del museo pictórico al aire libre más grande de la región. Así, sus calles de trazado sinuoso serpentean entre los colores que Sojo, Brea y Chefo, entre otros artistas, han plasmado y siguen haciéndolo. Es una muestra viva que continúa aumentando y que mezcla el valor pictórico con la arquitectura vernácula, las tradiciones, el azul inmenso del cielo de Romangordo y las verdes sierras que rodean la población. Este conjunto es uno de los principales atractivos turísticos de la población.

Es el tercer municipio que te muestro de los tres que formaron en su día La Campana de Albalat, heredero de lasentamiento islámico de "Maj dat al-Bal t" o Madinat Albalat en el que me detengo para tomar unas fotografías de las excavaciones mientras su titular Sophie Gilotte supervisa los trabajos. En su denominación antigua figura la palabra Hisn (castillo) y recorriendo el perímetro del yacimiento se advierte la planta de altura irregular, por la destrucción sufrida, de una interesante muralla. Se distinguen también un torreón casi completo y otro destruido que flanqueaban una de las puertas de acceso a la ciudad-fortaleza y otras diez torres cuadrangulares defensivas. Su fin debió ser bastante trágico a juzgar por la aparición de restos de incendios y proyectiles de jabalina y arco. Este yacimiento ha aportado piezas de gran interés para el estudio que ponen de manifiesto la importancia de Madinat Albalat. Destruido en 1142 fue donado a la orden de Trujillo siendo recuperado por el califa amohade al-Mansur en 1.196 para volver definitivamente a manos cristianas en el año 1.230.

Las guerras se ceban con este territorio y también, en sus proximidades, se libró la batalla de Almaraz o del Lugar Nuevo, en el marco de la Guerra de Independencia Española, que se disputó entre los aliados ingleses y portugueses contra los invasores franceses. Se cuenta todo en el Centro de Interpretación, uno de los tres con los que cuenta Romangordo y del que me ocuparé en su correspondiente sección.

La Plaza de España en Romangordo está presidida por el edificio del Ayuntamiento a un lado y la Iglesia de Santa Catalina que goza de la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) en el opuesto. El templo fue levantado en el siglo XV a base de mamposteria y refuerzos de sillares de granito en esquinas y en las portadas de arco de medio punto. Su interior mantiene una arquería de medio punto que soporta un interesante artesonado mudéjar considerado uno de los mejores de Extremadura.

En la misma plaza, varias esculturas en bronce representando niños jugando se reúnen bajo una bonita inscripción: "En homenaje a los niños y niñas que han jugado, juegan y jugarán en el pueblo".

Fuera de la población existen varias aceñas y molinos que aportan toda la información de la arquitectura vernácula industrial de la zona. 

Visitaré, por último, un edificio imponente: El Puente de Albalat marcado en el centro con el escudo imperial de Carlos I de España y V de Alemania. El águila bicéfala ha sido testigo de su destrucción parcial durante la Guerra de Independencia. Hoy parece haberse ganado el derecho a descansar, a soportar incluso menos tráfico sobre el lomo del puente que preside y así se mantiene observadora y altiva sobre el río Tajo, en un enclave de gran valor estratégico. La longitud de su calzada es de 127 metros y esta se asienta sobre dos grandes arcos u ojos. Uno es de medio punto con 33 m de luz y el otro de ojiva apuntada con una abertura de 17 m. La altura del puente alcanza los 38 metros de altura.

Próxima parada...

 

 12. SAUCEDILLA 

A alguien del sur, como yo, le sacude la imagen de la nieve sobre los picos de la Sierra de Gredos detrás de la Ermita de San Isidro. Esta es de factura moderna pero de inspiración y materiales clásicos como el granito, las columnas y el arco de medio punto de la entrada. Situada en una pradera ajardinada con palmeras y otras especies invita a parar por la curiosidad. Yo lo hago además para echar un último vistazo a mis notas y al buscador antes de adentrarme en Saucedilla. Aunque la villa pertenece a la comarca de Campo Arañuelo está adscrita a la Reserva de la Biosfera de Monfragüe. Sus habitantes llamados rabinches o naveros no llegan a los mil y sin embargo mantienen la media de edad más baja de todas las poblaciones de Extremadura.

No sé si sería así también en el paleolítico cuando los primeros naveros tallaron bifaces y otros utensilios encontrados en las proximidades del pueblo. Un poblado, Castro de Boxe, en el término municipal de Almaraz, da fe de la ocupación en la Edad del Hierro. Hay próxima una villa romana, la del Olivar del Centeno. Habrá que esperar hasta mediados del siglo XIV para ver la fundación de Saucedilla por colonos de Collado de la Vera en forma de aldea pastoril. Ha sido señorío y condado, también es villa y fue ocupada por las tropas francesas como la mayoría de las poblaciones del entorno. Hoy es una población tranquila en la que tomar un café en el centro me regala la vista de la Iglesia de San Juan Bautista (BIC).

Este interesante monumento se edificó en el siglo XVI y su estilo se enmarca en el gótico tardío con elementos renacentistas y manieristas. Es robusta y se aprecia desde cualquier lugar de la población. Construido con mampostería y refuerzos de sillería de granito en las partes más interesantes y ornamentales cuenta con tres portadas, una de ellas presenta decoración de estilo manierista. Su interior guarda tesoros como la talla policromada del Santo Cristo de la Humildad o la de la Virgen del Rosario, del siglo XVI, un retablo barroco, las pinturas al fresco de la capilla o el púlpito de cantería.

Fuera, a los pies de la iglesia, se levanta el Rollo Jurisdiccional de granito sobre una grada de tres alturas. En un paseo por la villa descubro el puente del antiguo arroyo que atravesaba Saucedilla, en piedra, mampostería y ladrillo. A falta de corriente de agua, actualmente forma parte de un pequeño parque. También veo algún mural que rinde culto a uno de los recursos naturales más importante del entorno: las aves.

Me detendré por último en el Parque Ornitológico de Arrocampo pero eso te lo contaré en la sección de Centros de Interpretación.

 

 13. SERRADILLA 

Para contar la experiencia de mi paseo por Serradilla conociendo su patrimonio, primero he de coger aire, retenerlo y expulsarlo con calma. En conjunto la vivencia sumando patrimonio histórico con patrimonio natural es difícilmente superable.

Serradilla cuenta con la pedanía de Villarreal de San Carlos de la que me ocuparé más tarde. Estoy en el corazón de la Reserva de la Biosfera de Monfragüe, el lugar que le da el mayor sentido natural a esta agrupación de territorios pero también patrimonial porque en tierras de Serradilla puedes ver la evolución del hombre desde que se asentó en estos parajes.

He llegado hasta aquí desde Mirabel y consigo estacionar en la Plaza de la Constitución, junto al Ayuntamiento. Es lunes, por la mañana, y el ir y venir de sus gentes atravesando la plaza transmite una sensación agradable, como de vuelta a la vida después de un letargo, el del fin de semana. Apilo cámaras y mochila en la grada del Rollo Jurisdiccional para colocármelos y después comienzo a caminar con la intención de visitar el famoso Cristo de Serradilla. Y así me interno por el entramado de callejuelas de "La Serraílla" para parar en unos metros ante la fuente de la Calle del Palacio. Te contaré que conocía la existencia de varias fuentes en la población pero también confesaré que ver la primera me sorprendió. Todas las demás mantienen un mismo tipo de arquitectura recordando pequeños morabitos u oratorios.

Al final de la Calle de la Iglesia, que hace esquina con la del Palacio, veo la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción y me dirijo a ella. Hago parada en la Biblioteca, un antiguo edificio tal y como acredita su portada, para obtener algo más de información y el funcionario traspasa la norma del agrado para convertirse en un excelente prescriptor de lo que realmente merece la pena ver en la villa de los cuatro lobos. Continúo mi visita y hago la primera parada en la iglesia. 

El edificio religioso data del siglo XV y consta con una torre campanario adosada. Luce en su exterior un revocado de falsa sillería realizado en la década de los cincuenta del siglo pasado.

Tirando por la calle del polifacético "Liberato Alonso", llego hasta el Santuario del Santísimo Cristo de la Victoria, declarado Bien de Interés Cultural (BIC), en el que se custodia el tesoro más preciado de todos y cada uno de los casi mil quinientos serradillanos que pueblan la villa, El Cristo de la Victoria o Cristo de Serradilla. El convento, de estilo barroco y datado entre los siglos XVII y XVIII, está habitado por hermanas agustinas recoletas y guarda la imagen del Cristo victorioso que, como he dicho, cuenta con gran veneración local y foránea. Su propio creador, el escultor Domingo de Rioja, exclamó en 1630 al terminarla: "Esta no es obra mía, sino de Dios". Rodeo el monasterio por una inmensa tapia de piedra que, pese a su altura, deja entrever las copas de algunos cipreses y decido pedir auxilio a mi amigo José María con la excusa de saludarlo.

En diez minutos se presenta en la Fuente de los Grifos para acompañarme en el periplo fontanil y conocer así el resto de curiosas fuentes que hay en el entorno de Serradilla. Su ayuda es preciosa y así recorremos en un bonito paseo varios senderos que nos llevan a la Fuente de Las Huertas rodeada por eso, huertas, que me recuerdan las moriscas de Hornachos. De ahí vamos a la Fuente Nueva, de 1894 y terminamos en la Fuente del Capillo, la primera que abasteció de agua a Serradilla y sobre la que se especula un posible origen romano. También José María me plantea la posibilidad de que estas fuentes fuesen eremitorios en su origen dada su forma y la relación tan estrecha que existe entre las fuentes y manantiales y lo sagrado.

Pasamos por la Ermita de Santa Ana, del siglo XVI, la más antigua de todas las que se conservan en la Serraílla (Santa Bárbara, Santa Catalina y San Antonio).

Serraílla, que me ha gustado este nombre, no se entiende sin su particular habla, el Serraillanu, una variedad de altoextremeño de origen asturleonés que muestra algunas de sus palabras pintadas en muchas fachadas de las casas del centro de la villa. Antes de cerrar el apartado de Serradilla te contaré que en su escudo figuran las cabezas de cuatro lobos negros, "los lobus de la serraílla". Son las cabezas de los cuatro lobos que los embajadores que acudieron a Plasencia, en 1.557, para recoger la carta de independencia de la villa, habían matado la noche anterior durante el trayecto.

Me resta por hacer dos cosas antes de encaminarme hacia Villarreal de San Carlos. Te las contaré en detalle en sus respectivas secciones: recorrer la ruta de la Garganta del Fraile y visitar el Museo Etnográfico de Serradilla.

 

 14. VILLARREAL DE SAN CARLOS (SERRADILLA) 

Para llegar a Villarreal de San Carlos desde Serradilla hay que dar un rodeo de 37,5 km cuando en línea recta está a menos de 10 Km. Incluso tengo contacto visual nítido con el Castillo de Monfragüe durante el recorrido de la Garganta del Fraile. Pero no importa. Quizá debería dulcificar eso de "hay que dar un rodeo de" por "tienes la suerte de poder hacer" ya que el paisaje es bonito, sorprendente, con muchas variantes y además te obliga a cruzar el río Tajo dos veces. 

Hago una parada a la altura del Barco del Tajo. Hablaré de él en la sección de "Naturaleza y Estrellas", pero te avanzo que es una preciosa parada que justifica un tercio del trayecto y en la que tengo la oportunidad de poder fotografiar la escultura en forja de un buitre que desafiando el tiempo, la climatología y todo lo que ocurre permanece inmóvil y ajeno sobre las aguas del Tajo.

Llego a Villarreal de San Carlos, corazón de la Reserva de la Biosfera, que además es el lugar elegido desde hace ya diecinueve ediciones (2025) por la Feria Internacional de Turismo Ornitológico. Punto de encuentro de todos los amantes de la avifauna de prácticamente todos los lugares del planeta que acuden para observar multitud de especies aéreas. Es la única población, Villarreal de San Carlos, que se encuentra en el interior del Parque Nacional. Debe su nombre a su fundador, el Rey Carlos III que mandó crear un asentamiento en este lugar para mejorar la seguridad de la zona muy castigada por los bandoleros que campaban a sus anchas por el puente del Cardenal y el puerto de la Serrana. Sus habitantes, los lugaretos, no llegan a la veintena y adoran a su patrona, la Virgen de la Merced dentro de la ermita que preside el lugar, originaria de finales del siglo XVIII, aunque la titular de la ermita es la Virgen del Perpetuo Socorro.

Recorro la única calle que tiene la población, las otras dos son traseras, y observo de nuevo la tónica dominante en la arquitectura vernácula de la zona: casas de mampostería y pizarra de dos plantas que se abren a una calle enlosada en pizarra.

 

 15. SERREJÓN 

He llegado a Serrejón con la ilusión de visitar a Los Julianes. Esther me ha encargado echar un ojo en su tienda de artesanía porque es una enamorada del pañuelo de sandía, del de cien colores y del pañuelo de Manila. Así hago mi primera parada en el comercio, punto de reunión de todo el pueblo y exposición de los diseños, atrevidos algunos, que ambos crean mezclando tejidos inspirados en el folclore extremeño con prendas actuales. Trasteo un poco, compro un par de bonitos detalles y me dejo aconsejar acerca del recorrido por el pueblo.

Serrejón es un lugar tranquilo, no llega a los quinientos habitantes que reciben el gentilicio de serrejoniegos o serrejoniegas. La vida aquí transcurre lenta, calmada, como el agua del Tajo en el Salto del Gitano. Hoy he olvidado el reloj y me apetece la idea de no poder mirarlo así que me dispongo a empezar un recorrido por sus lugares patrimoniales más destacados.

Frente a la Iglesia de San Ildefonso me llama la atención una escultura en granito en una fachada. Parece ser una Piedad velada sosteniendo a su hijo Jesús a pesar del deterioro erosivo que ha sufrido. Imagino que su origen estará probablemente cercano al siglo XVI. Antes de centrarme en la Iglesia me paro en el crucero de granito que hay frente a ella. Este fue trasladado desde el antiguo cementerio y en la parte que mira hoy hacia la iglesia aparece también una Piedad similar a la de la fachada que acabo de ver. Su datación está tan clara como impresa en el pedestal "ESTA CRVZ HIZO BARTOLOME GOMEZ A D 1593" y se asienta sobre dos gradas circulares. 

La iglesia de San Ildefonso es del siglo XVI, de estilo renacentista. Está construida a base de mampostería y sillares de granito para reforzar esquinas y destacar detalles. Cuenta con una torre campanario adosada al lado del evangelio.

Hacia la parte más alta de la población se encuentra la Ermita de San Antonio levantada en mampostería y ladrillo con ausencia total de cantería granítica. Su interior guarda la imagen en madera policromada de Nuestra Señora de la Oliva de estilo gótico que, según parece, tiene la facultad milagrosa de curar enfermedades y hacer que llueva. Fue mandada construir a finales del siglo XVII.

Junto a la Ermita, las Tres Cruces del Calvario dan la espalda a las escarpaciones de la Sierra de Gredos. Hay una diferencia constructiva ente la cruz central y las laterales que revela orígenes distintos. Al lado, aprovechando la zona ajardinada, un potro de herrar reconstruido nos transmite la manera en que se realizaban estas tareas en caballos, burros o incluso vacas.

Me resta visitar el Rollo de Ajusticiamiento instalado en la Plaza del Rollo. Quizá esté demasiado restaurada pero da una idea de la suerte que corrían los infelices que se atrevían a contravenir las leyes.

He dejado para el final mencionar las ruinas de la Ermita de Santiago que, a pesar de estar en una propiedad privada, pueden verse desde la carretera EX-389. Esta data del siglo XV y está edificada con cantería y sillares de granito. Aún mantiene íntegro el arco toral de medio punto y una espadaña adosada con dos huecos para alojar sendas campanas. Sobre esta, las cigüeñas han encontrado una tranquila residencia.

 

 16. TORIL 

Este pequeño municipio aloja en torno a 160 torileños. De todos ellos, solo unas doce familias viven en el pueblo y el resto lo hace en las fincas próximas. Y si he de ser sincero me dan envidia. Mucha envidia. Aparco el coche en pleno centro, en un estacionamiento junto a un parque. El pueblo entero parece ser un gran parque. Todo está limpio, ordenado, en perfecta armonía. Las casas, salvo excepciones, ofrecen todas buen aspecto y el espacio central, la Plaza de España y la calle que da acceso a ella es muy amplia y verde. Solo tiene una calle más, la Calle Olalla de la Calle. Es posible que el nombre de la población derive de "Torril", una torre árabe construida sobre una villa romana, pero ni de la torre, ni de la villa ni del poblamiento islámico hay rastro alguno. Quizá sea más acertado relacionar su nombre con el del lugar en el que se encierran las reses bravas. Y es que la población está absolutamente rodeada de una enorme y preciosa dehesa alcornocada y encinada, como debe ser.

Paseo por las dos calles buscando algún rastro constructivo antiguo. Y lo encuentro. Algunas casas restauradas con dinteles de granito revelan que ya fueron habitadas siglos atrás. Un San Isidro en un azulejo corona la entrada de uno de los edificios abandonados. Y así llego a la Iglesia.

Poco se sabe del origen de la población y el vestigio más antiguo es la Iglesia Parroquial de San Blas, hoy Centro de Interpretación Reserva de la Biosfera "Pórtico de Monfragüe" y también archivo municipal. Este edificio se levantó durante el siglo XVI y está acometido en mampostería y sillarejo en las zonas de refuerzo. En su interior, tres arcos de medio punto ofrecen una visión amplia del conjunto. La sacristía contiene una colección de esgrafiados absolutamente fascinante. Esgrafiados veo también en la zona del altar, así como algunos frescos antiguos. Me llama poderosamente la atención uno de los murales que representa un par de faunos flanqueando una cruz en la que aparecen tres clavos bajo un arco sostenido por dos columnas. No sé, el conjunto es extraño aunque bonito y no consigo descifrar mucho más porque mi capacidad interpretativa de estas expresiones es muy limitada.

Al lado de la Iglesia, la Ermita de San Blas da el servicio de parroquia para los torileños.

 

 17. TORREJON EL RUBIO 

Torrejón El Rubio es una de las poblaciones más interesantes de la Reserva de la Biosfera. Los torrejoniegos y las torrejoniegas suman algo más de quinientas almas que se encuentran orgullosos de su historia. Varias estaciones, diecinueve en total, albergan en sus abrigos numerosas representaciones de arte rupestre. La Edad del Bronce dejó impresa en cinco estelas del suroeste o estelas de guerrero la impronta de personajes de los que no conocemos prácticamente nada salvo su notoriedad, ornamentación, armas..., algunas de ellas encontradas en el llamado "Huerto de la Cava" que hace prever el establecimiento de un viejo poblado. Te contaré algo más sobre las estelas en la sección dedicada a los Centros de Interpretación ya que Torrejón El Rubio posee uno de los más importantes en cuanto a prehistoria y protohistoria. Puedes ver una reproducción de las estelas en el Centro de Intepretación del Arte Prehistórico. Dos originales se encuentran en la Oficina de Turismo y las otras tres en el Museo de Cáceres.

Las manifestaciones artísticas y arquitectónicas van desde estos tiempos remotos hasta el moderno edificio que aloja el Bird Center, pasando por un interesante conjunto arquitectónico del siglo XV compuesto por la Casa Fuerte-Palacio de los Señores de Torrejón y la Iglesia Parroquial de San Miguel Arcángel, ambos situados en la Plaza de España. 

La fachada de la vivienda, de marcado carácter defensivo impuesto por desavenencias entre los nobles de la zona, ofrece dos zonas diferenciadas, una superior terminada en ladrillo con tres arcos de medio punto y otra inferior acometida en mampostería. En ella luce el escudo en mármol de la familia Carvajal. El edificio ha tenido diferentes usos a lo largo del tiempo además de casa nobiliaria tales como posada, escuela, cuartel de la Guardia Civil y hoy Centro Social.

La Iglesia Parroquial de San Miguel Arcángel se levanta orgullosa e imponente sobre la plaza. Se encuentra, al igual que la Casa-Palacio, en una zona elevada que le otorga preeminencia sobre la plaza, sobre el pueblo, quizá resaltando la autoridad de la iglesia y la estirpe noble de la época. En su interior se encuentra el panteón de los Carvajal, manteniendo también el escudo familiar además de otros escudos menores como el de la familia Trejo emparentada con la primera. La mala conservación del edificio arruinó la techumbre y el retablo original en el siglo XIX, siendo restituidos ambos elementos, con posterioridad, a costa de los vecinos.

Decido ir desde la Hospedería Parque de Monfragüe, lugar altamente recomendado como alojamiento, hasta el Puente Viejo que dista tan solo 2,1 km. Lo hago a pie recorriendo un precioso camino que esta primavera está verdaderamente soberbio. La curiosidad, además de documentar el bien patrimonial, me viene por la preciosa fotografía nocturna realizada por mi amigo Glendor hace un año en este mismo lugar. No tengo valor para adentrarme por estos parajes de noche sin compañía pero me gustaría poder hacerlo. De este bonito puente no se sabe la fecha de construcción. Hay quien dice que es romano pero yo me permito dudarlo dada sus características constructivas y su alomamiento hacia el centro. Lo más juicioso quizá sea fecharlo algo antes del siglo XVIII ya que hay noticias de su reforma en el año 1.784. Alguna fuente lo data en el siglo XIV. El caso es que a pesar de su sencillez ofrece una bonita visión sobre el Arroyo Do la Vi o Arroyo de la Vid, con sus seis ojos levantados en mampostería y pizarra en la arquería.

Visita obligatoria es el Castillo de Monfragüe. Tan solo 2,5 Km a pie. hasta la cima y 192 metros de desnivel. No tengo que hacerme el valiente porque la ilusión por hacer lo que estoy haciendo ya me recompensa con creces y, además, el recorrido no tiene dificultad alguna. He quedado con Martín, que es la persona encargada de realizar la visita guiada a las pinturas del Abrigo de Monfragüe y allí me encaramo caminando por una pista asfaltada con cierta pendiente. La mañana y los olores de la dehesa me envuelven y abrazan. Cantueso, tomillo, romero, jara... incluso las encinas huelen. En cuanto llego y me suman a un pequeño grupo de visitantes, subimos unas escaleras metálicas para salvar el desnivel desde la carretera y accedemos al interior del abrigo. Una serie de plataformas metálicas y escaleras posibilitan la visita que, a decir verdad, es una de las más fascinantes que he realizado en mi vida. La impresionante colección se distribuye en una oquedad natural, ascendente, de unos diez metros de profundidad y representa figuras humanas, animales y esquemáticas, se intuyen escenas de caza y hasta escritura paleohispana. Las pinturas encontradas en los abrigos de Monfragüe y la Sierra de Santa Catalina se pueden datar desde el Epipaleolítico hasta la Edad del Hierro con una antigüedad que va desde los 8.500 hasta los 2.500 años. 

Al finalizar la visita continúo el ascenso hasta el Castillo. Nunca paso por este lugar sin subir a él con independencia de que llueva, haga frío o calor. Las mejores observaciones de buitres las he realizado desde allí y créeme, prácticamente vienen a saludarte. Pero vayamos al tema patrimonio. El castillo fue levantado por pobladores islámicos en torno al siglo IX. Con nombre de Al-Monfrag tuvo un carácter estratégico en el control del paso sobre el río Tajo ya que es un auténtico mirador sobre el que se domina una amplísima extensión de terreno. Como gran parte del patrimonio de la zona sufrió la destrucción por parte de las tropas napoleónicas resueltas a borrar cualquier vestigio de la historia y el arte de este país. Dentro del castillo se encuentra la Ermita de la Virgen de Monfragüe que custodia una talla bizantina policromada del siglo XIII traída desde Palestina por Caballeros de la Orden de Montegaudio la cual predecesora de la Orden de Monfrag.

Ya, abajo, recupero el coche del parking del castillo para conducir hacia Villarreal de San Carlos haciendo una parada en El Puente Nuevo del Cardenal. Hoy no se ve afortunadamente. Las lluvias caídas este año han sido tan abundantes que la obra ha quedado completamente oculta a varios metros de profundidad bajo las aguas del río Tajo. El Puente del Cardenal puede verse en años de sequía. Afortunadamente en mi archivo guardo alguna fotografía que puedo mostrarte para que entiendas la importancia de semejante obra monumental considerada incluso patrimonio subacuático. Fue construido en el siglo XV para facilitar el tránsito entre ambas orillas. Su parte central, cómo no, fue destruida durante la Guerra de la Independencia. Consta de cinco arcos y cuatro curiosos ojos de buey de 4 metros de diámetro que actúan como aliviaderos frente a la corriente de las crecidas del río.

 

Acaba aquí mi periplo patrimonial por Monfragüe y su entorno en el que he empleado un total de ocho días de viaje para conocerlo a fondo. En ellos he recorrido algo más de 1.200 kms por sus carreteras y caminos, caminado casi 100.000 pasos. He pasado calor en las horas centrales del día y frío por la noche haciendo fotografías en el Salto del Gitano, me ha llovido, he sufrido algún percance automovilístico sin mayores consecuencias. He rabiado y he disfrutado pero sobre todo, he sentido. He sentido la generosidad de los habitantes de sus pueblos, he sentido el gusto en muchas de las expresiones artísticas que he podido ver, el olor del monte, del campo, de sus pueblos, las vistas inmensas desde lugares como el Castillo de Monfragüe, el de Mirabel o Villa del Arco. También he escuchado con atención los sonidos de la dehesa, de buitres, alimoches, ciervos y corzos, ranas e infinidad de seres vivos que lo habitan. Y he notado el tacto sobrio de sus piedras, el suave de la hierba, el impermanente del agua de sus ríos. He sentido, y eso es lo que importa, experimentar para sentirse vivo en una tierra llena de contrastes y sorpresas. Te invito y te recomiendo que recorras estos lugares, que uses esta suerte de guía en tus viajes. Si lo haces, te aseguro tantas aventuras como seas capaz de sentir y te deseo un buen viaje por el planeta Monfragüe.