18 June 2019
Cornalvo es una presa de origen discutido que se encuentra a apenas 15 kms. de Mérida. Aprovechamos hace unos meses una tarde, a la caída del sol, para pasear por ella y sus alrededores y concluímos que, quizás, sea uno de los mejores paseos que pueda darse disfrutando del sosiego, la paz y la brisa de un atardecer.
Pero, antes de nada, queremos poner el foco en un problema que nos va a acompañar durante algunos meses como es la escasez de agua en los pantanos y que requiere el esfuerzo de tod@s nosotr@s para evitar que vaya en progresivo aumento haciendo un uso responsable del agua en nuestros hogares, lugares de trabajo y allá donde se tenga acceso a un punto de suministro.
Cornalvo ostenta la categoría de Parque Natural. La gran cantidad de especies (reptiles, aves y mamíferos) que en estos parajes se encuentran, así como la abundante flora y fauna, conforman un conjunto biodiverso de gran riqueza. Colmillejas y pardillas nadan felices y ajenas a su condición de especies con riesgo de estinción, igual que cigüeñas negras, elanios azules sobrevuelan sin amenaza alguna la vieja presa.
El gato montés que no pudimos fotografiar mientras fotografiábamos estas bellotas nos hizo pensar que estábamos en un verdadero paraíso y sentirnos ciertamente privilegiados.
Esa presa de la que hablamos fue la que siempre se pensó que habían construido los romanos hasta que un día los arqueólogos Santiago Feijoo y Diego Gaspar, fruto de sus investigaciones, apuntaron a un posible origen Altomedieval o incluso de época Islámica. No en vano, ambos llevan años estudiando la zona y descubriendo nuevos tramos de los acueductos romanos que surtían a Mérida de agua potable. El agua que consumía para uso doméstico una ciudad en época romana no procedía de embalses en ningún caso, sino de captaciones subterráneas, de las que Feijoo y Gaspar descubrieron dos tramos desconocidos de 20 y 30 kilómetros cada uno de ellos. Esto, sumado a los 40 conocidos, haría de sendas construcciones dos de los acueductos más largos de la Hispania Romana.
La torre de toma está rematada en su exterior con sillares almohadillados y estaba unida al muro original por un arco de medio punto.
De dicho arco solo se conserva en la actualidad el arranque del mismo.
De regreso, nos seduce poderosamente la portada del Cortijo construido en 1773 por el ministro de Carlos III Pedro Rodríguez de Campomanes, por lo que aprovechanos para fotografiarla también.
Ver atardecer en estas dehesas es, como cada atardecer en Extremadura, algo único e irrepetible, así que damos por bien aprovechada la tarde y ponemos rumbo a Mérida recomendando encarecidamente que viváis una experiencia similar, cualquier tarde, poco antes del ocaso.