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06 August 2019
Rodeada por agua (al Oeste el Río Alagón, al Sur por el Tajo y al Este por la Rivera de Fresnedosa), Ceclavín es accesible solo por el Norte, conformando su término una especie de península.
Conocida principalmente por su orfebrería, herencia probable del pueblo judío, y también por su particular cerámica “enchiná”, esta población cacereña encierra un curioso y poco conocido hecho histórico: La Revuelta de los Ceclavineros.
Distante muchos kilómetros de las poblaciones cercanas más pobladas, Ceclavín durante siglos fue punto de tráfico de mercancías procedentes de la próxima Portugal. Esto generó un lucrativo negocio del contrabando que en el Siglo XVIII provocó una serie de registros por parte de las autoridades administrativas que, acompañados por escopeteros, registraron la vivienda de unos conocidos contrabandistas.
El pueblo reaccionó ante el intento de instaurar el “orden” respondiendo los vecinos armados lo cu ocasionó la huída del grupo armado que había irrumpido en Ceclavín. No siendo del agrado del Mariscal Armendáriz, este desplazó 1,300 efectivos militares entre el Batallón de Infantería de Milán y los Granaderos del Regimiento de Dragones de la Reina recorriendo las calles fuertemente armados, levantando un patíbulo donde pretendía ajusticiar a los contrabandistas más recalcitrantes y estableciendo una serie de sentencias para los protagonistas del motín que, para entonces, ya habían huido a Salvaterra do Extremo, en Portugal.
La cosa se complicó aún más ya que estos habían escondido sus alijos en el Convento de Santa Clara de Ceclavín el cual pretendió registrar Armendáriz. En medio de todo este tumulto y antes de ver cumplidas las sentencias que había dictado, el Mariscal murió tan repentina como misteriosamente, probablemente víctima de un envenenamiento. Y para rizar el rizo, el terremoto de 1755 de Portugal provocó importantes daños en la península, recibiendo las autoridades extremeñas la orden de facilitar a los naturales de Extremadura el libre tránsito de víveres y géneros hacia Portugal, lo que hizo que la presión sobre los ceclavineros desapareciera y muchas de las condenas fuesen perdonadas u olvidadas.
Tuvimos la suerte de recorrer el Sábado la población, mientras Jesús, un guía local, nos contaba estas y más cosas. Las calles son curiosas, con una particular arquitectura muy marcada por el granito y que aún conserva el viejo trazado de las calles y fachadas realmente fascinantes.
Una parada en el negocio de miel que regenta Petra Soria nos hizo descubrir las bondades de la exquisita miel que se obtiene en los alrededores, así como conocer todo el proceso y las curiosidades de la industria apícola.
La Torre del Reloj luce un mecanismo antiguo y engrasado, al final de una escalera de caracol de granito, quizás de los pocos que podemos fotografiar ya en este estado. ¡Ostras, el reloj!, al ver la hora bajamos corriendo (todo lo que nos permitía la escalera y el mareo) para salir corriendo al embarcadero del Barco del Tajo, para hacer el crucero que habíamos contratado. Pero eso … ya os lo contaremos en el próximo reportaje.