15 October 2020 | Fuente: FEDESIBA
Comenzamos nuestro recorrido por la Comarca de Sierra Grande-Tierra de Barros por Aceuchal, capital internacional del ajo.
Con algo más de cinco mil habitantes ofrece un singular conjunto de patrimonial religioso entre el que destacamos la Iglesia de San Pedro con su imponente Torre Templaria.
La Ermita de Nuestra Señora de la Soledad, el precioso Patio del Convento y la Ermita mudéjar de San Andrés.
Su trazado urbano es laberíntico pero salpicado de casas encaladas y palaciegas, escudos heráldicos y algún rincón que otro curioso como la plaza de las cuatro caras que luce un conjunto escultórico y unos trampantojos con los que la población pacense homenajea al más genuino espíritu extremeño y rural.
Resumir Alange en pocas fotografías se nos antoja labor más que difícil.
No obstante, no podemos dejar pasar por alto su balneario, herencia de época romana que ha sobrellevado el paso de los siglos de forma admirable ofreciendo hoy unas instalaciones.
Patrimonio de la Humanidad, en las que es posible tomar un baño mientras uno deja volar la imaginación para creer que se encuentra en las termas de Caracalla.
Pero no es el único legado histórico que posee la población. Su castillo-fortaleza edificado en el siglo IX por los árabes domina un vasto territorio, Vía de la Plata incluida.
Un paseo por sus calles nos dará idea de la arquitectura vernácula de la comarca y aprovechar su embalse para practicar deportes náuticos o tomar un baño completará la maravillosa experiencia de visitar Alange.
La sexta población extremeña y la cuarta de la provincia de Badajoz en cuanto a número de habitantes con casi treinta y cinco mil almas que disfrutan todos los días de lugares tan emblemáticos como:
Teatro Carolina Coronado con más de un siglo de historia y una fachada tan bonita como su interior que permite la ubicación de 600 localidades en sus dos plantas habilitadas (cuenta con un tercer nivel, 2ª planta, que posee un amplio anfiteatro.
La Plaza de Toros de Almendralejo, una de las más representativas del estilo neomudéjar, cuenta con capacidad para 6000 personas y cuenta con una bodega anexa al edificio.
El Ayuntamiento ocupa uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad como es la Casa Palacio del Marqués de la Encomienda, de estilo barroco y construido en la segunda mitad del siglo XVII. Presenta un excelente estado de conservación ya que ha estado siempre habitado desde que se construyó.
También al Siglo XVII pertenece la fundación del Convento Franciscano de San Antonio que hoy acoge al Conservatorio Oficial de Música de Almendralejo.
El Edificio de la Sociedad El Obrero Extremeño conforma junto con el Teatro Carolina Coronado y otros edificios próximos como el del Círculo Mercantil, un conjunto de gran belleza e inspiración clasicista que confiere un espacio único en la Plaza de la Constitución. Dedicimos pasear por las calles de Almendralejo y comprobamos que combina a la perfección el carácter propio de una población de estilo clásico con una ciudad abierta, moderna y comercial.
Antes de marcharnos hacia nuestro siguiente destino visitamos el Sepulcro Prehistórico de Huerta Montero, un tholos para los entendidos, que se conserva a falta de su cubierta y que sirvió de lugar de reposo para los restos de 109 personas con sus correspondientes ajuares.
Corte de Peleas se sitúa en una encrucijada de antiguos caminos. Población que pierde sus raíces en los archivos destruidos durante la Guerra de la Independencia pero con referencias a asentamientos humanos anteriores en los alrededores. Su dedicación a la vid y al olivo es prácticamente total.
De su patrimonio histórico ha desaparecido a fecha de hoy, destacando únicamente la Iglesia Parroquial consagrada a Santa María Egipciaca, de obra moderna, junto con la Ermita de San José que cada año celebra en ella y sus alrededores su tradicional romería
Entrín Alto, que no llega a las tres decenas de habitantes, es pedanía de Entrín Bajo, que sobrepasa con esfuerzo el medio millar.
Nos llama la atención su orgullo maragato herencia de antiguos pastores leoneses que, con la trashumancia tras la reconquista, terminaron asentándose en la zona.
Se tiene la creencia de que la zona es de fundación romana o visigoda en base a algunos restos de esta época aparecidos en el entorno.
Visitamos un puente que ofrece un aspecto más bien bajomedival e intuimos que alguna vinculación tiene con el incremento de la trashumancia a partir del siglo XV por el aumento de la demanda de lanas en el mercado internacional.
En la diáfana plaza de Entrín Bajo encontraremos rodeada de casas la Iglesia de Nuestra Señora Virgen del Amparo de construcción moderna.
A medio camino entre Hornachos y Los Santos de Maimona paramos en Hinojosa del Valle, población antigua fundada en el siglo XIII.
La Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles preside la Plaza de la Constitución y su construcción con influencias gótico-mudéjares data del Siglo XV. Llama la atención la falta de terminación de su torre y aunque podamos pensar en que fue desmochada como castigos por desobediencia en otras épocas, la causa realmente es la caída de un rayo que destruyó su cubierta.
Hornachos tiene corazón mozárabe. De eso no hay duda a estas alturas y si no, demos un paseo para comprobarlo. No solo es la influencia en sus monumentos, lo es también en el trazado de sus calles, a veces sinuosas.
En sus alrededores donde encontraremos aún huertas de origen morisco que llevan siglos en el mismo lugar regándose con las mismas aguas que bajan de la sierra.
Sus fuentes marcan el trazado urbano de algunas zonas del pueblo. No solo son lugares donde antaño se abastecían sus habitantes de agua, son también puntos de encuentro del pueblo y lugares de intercambio de historias.
La Iglesia Mudéjar adscrita a la advocación de la Purísima concepción es un edificio de grandes dimensiones, dividida en su interior por preciosos arcos de ladrillo bajo una cubierta de crucería.
Caminamos hasta el antiguo Convento franciscano de San Ildefonso, fundado por Carlos I en 1526 que dejó su impronta en un escudo imperial en la fachada.
El antiguo Pósito situado en la parte más alta del pueblo tenía capacidad para 8000 fanegas de trigo. Hay quien ve en este edificio abovedado construido en ladrillo una antigua mezquita y hoy en día alberga el Centro de Interpretación de la Cultura Morisca.
En cuanto al Castillo de Hornachos, HISN FURNAYUS, destacamos su construcción por los árabes en torno al siglo IX y su posterior reconstrucción y remodelación entre los siglos XIII y XVI. El edificio se adapta perfectamente a lo largo de su eje Norte-Sur a la cima rocosa en la que se asienta y domina una gran extensión de terreno.
En los abrigos rocosos de la Sierra Grande de Hornachos podemos encontrar también pinturas rupestres en varias decenas de localizaciones lo cual nos hace ver que las raíces de esta población se pierden en tiempos muy remotos.
Escuchar La Albuera y no rememorar la terrible batalla que se libró en su término contra los franceses durante la Guerra de la Independencia significa que no se conoce la historia de esta población pacense.
El enfrentamiento fue el más sangriento librado durante esta contienda. En ella participaron tropas españolas, inglesas, portuguesas y alemanas por parte de los aliados contra el ejército francés. Se estima que el número de muertos oscila entre los 12 mil y los 15 mil soldados.
Cada año, en el mes de Mayo, se rememora la batalla con la participación de gran parte de la población y un buen número de recreadores históricos de época napoleónica.
La Iglesia Parroquial de Nuestra Señora del Camino preside desde que se empezara a construir en el siglo XV (se acabó en el XVII) la zona más alta del pueblo. Además de esta obra, La Albuera, cuenta con dos puentes significativos, el viejo y el nuevo.
Decidimos empezar una mañana bien temprano la visita a La Zarza y lo hicimos por el lugar más antiguo del término conociendo de primera mano las Pinturas Rupestres de la Sierra de La Calderita.
Estos grafitos esquemáticos pueden ubicarse entre el IV y el I milenio a.C.. Las vistas desde el abrigo de La Calderita son impresionantes y nos ofrecen la posibilidad de recrearnos antes de iniciar la bajada a La Zarza.
Recorremos un conjunto urbano sinuoso con casas de diferente factura. Unas más humildes y otras mas ostentosas. Por este entramado urbano llegamos hasta la parte alta de la población, donde se ubica la Iglesia de San Martín, del siglo XVI.
Deshaciendo lo andado y volviendo a la parte baja del pueblo visitamos la Ermita de Nuestra Señora de las Nieves. Una bonita construcción encalada del s. XVIII con llamativas cúpulas y un sobresaliente camarín.
Además del recorrido urbano por La Zarza, nos adentramos en sus afueras en otro que nos lleva a conocer los Molinos del río Matachel. Cuatro en total: Molino Blanco, Molino de La Molineta, Molino de Holgado y Molino de la Rabia.
Camino del último molino, el de La Rabia, encontramos en un remanso del río los restos de un antiguo puente probablemente de época bajo-medieval. Se trata del puente de los Siete Vadillos, una construcción alomada de unos 60 metros de longitud y siete pilares de los que solo se conservan algunos de forma visible, habiéndose desprendido la parte superior del puente y permaneciendo oculta sobre las aguas.
Sus orígenes se pierden en época prerromana casi con toda seguridad, en la aún no descubierta población de Obriga o, según otros en Cesaróbriga de época Augustea. Sea como fuere, Oliva de Mérida tuvo presencia musulmana.
Donde sí reparamos es en la Ermita del Espíritu Santo, de estilo gótico construida en el siglo XV inicialmente como Parroquia de San Blas. Albergó hasta hace algunas décadas el antiguo cementerio de cuya presencia quedan como testigos restos de algunos nichos en sus paredes.
Oliva de Mérida ofrece un curioso paisaje urbano repleto de casonas solariegas que se reparten por calles que van a encontrarse en la Plaza de la Constitución en la que podremos apreciar un bonito pilar de granito conocido como El rollo.
Camino de Hornachos paramos en Palomas donde nuestros ojos comienzan a habituarse al arte mudéjar y al ladrillo.
De ello da fe el puente de estilo mudéjar construido entre los siglos VI y XVI con once ojos formados por arcos de medio punto.
Pero si algo llama la atención del conjunto urbano es la altura de la Torre de la Iglesia de Nuestra Señora de Gracia. Merece la pena recrearse en el edificio que supone uno de los más destacados testigos del mudéjar extremeño.
En los alrededores de la misma, cada año en el mes de Mayo, tiene lugar la representación del auto sacramental del Paso de la Santa Cruz de Palomas que cuenta con la participación de más de un centenar de vecinos de la localidad.
Otros lugares destacables de la población son el lavadero municipal de uso público construido en la población a principios del siglo XIX o la conocida como Presa Romana (junto a la carretera que lleva a Puebla de la Reina) aunque su origen no está documentado.
Dependió de Hornachos hasta que Isabel la Católica, de paso por el pueblo, agradeció la hospitalidad con la que fue agasajada concediéndole la independencia. En reconocimiento del pueblo hacia la monarca, cambió el nombre de Puebla de la Jara por el de Puebla de la Reina.
Nuevamente nos llama la atención la presencia de un edificio religioso. La Iglesia de Santa Olalla es de estilo gótico-mudéjar, edificada en el siglo XV, decorada con profusión de azulejos policromaos y ornamentación en ladrillo. La torre es almenada y el edificio guarda algunas similitudes con la iglesia de la vecina localidad de Palomas.
Las calles de la localidad nos ofrecen conjuntos de arquitectura popular con presencia de casas solariegas que suponen un claro ejemplo de la arquitectura barroca popular.
Ya, a la salida del pueblo, nos detenemos en la Ermita de los Mártires San Fabián y San Sebastián, de estilo también gótico-mudéjar, que se encuentra anexa al cementerio municipal.
Esta pequeña población que no llega al medio millar de habitantes se encuentra a mitad de camino entre Ribera del Fresno y Hornachos.
Resulta curiosa y llama poderosamente la atención la fachada de la Iglesia parroquial de San Esteban que en sus orígenes data del siglo XV. Anexo al templo se edificó un palacio-fortaleza en la misma época, destinado a residencia de los Priores Santiaguistas.
Ya, de camino hacia Ribera del Fresno, próxima parada, encontramos un pequeño monumento al margen de la carretera, en un alto, erigido de forma conjunta entre ambas poblaciones y dedicado a Cristo Redentor. El lugar ofrece unas bonitas vistas hacia la Sierra Grande de Hornachos.
Cuna de Meléndez Valdés, poeta, jurista y político español. Alonso Zamora Vicente lo definió como el poeta más destacado dentro de las corrientes líricas del siglo XVIII.
En Ribera del Fresno encontramos el Centro de Interpretación que, en torno a la figura de Meléndez Valdés, se ha creado para difundir su obra.
Se encuentra ubicado en la Casa Palacio de los Vargas-Zúñiga, una de las más bonitas de Ribera del Fresno.
Pero no es el único Centro de Intrerpretación. También visitamos el de Hornachuelos, como introducción previa a la visita que realizaremos más tarde.
Las calles de Ribera del Fresno son dignas de recorrer. La arquitectura que encontraremos en ella nos deja un amplio conjunto, excelentemente conservado, de casas solariegas con fachadas barrocas que lucen preciosas balconadas, áticos y escudos.
Del conjunto de construcciones de Ribera del Fresno destaca de forma prominente, visto desde la lejanía, la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de Gracia, original del siglo XIV con sus dos torres gemelas.
En sus proximidades, llama la atención la cúpula de la Ermita del Cristo Viejo, del siglo XVI que solo puede admirarse desde el exterior.
Otro edificio religioso destacable es la Ermita del Cristo de la Misericordia, patrón del pueblo, situado en la Avenida de la Constitución como remate a un bonito paseo peatonal.
Dejamos atrás Ribera del Fresno para encaminarnos a su posible origen del que ya hemos tenido conocimiento en uno de los Centros de Interpretación: El Oppidum de Hornachuelos que podríamos identificar con la población de Fornacis, en la Beturia Túrdula, mencionada por el geógrafo griego Ptolomeo en el siglo II.
La época fundacional de Hornachuelos podría remontarse a algún momento del siglo II a.C.. Solo desde lo alto del promontorio en el que se edificó puede comprenderse su valor estratégico.
De posible origen romano o árabe, Santa Marta de los Barros reúne en su núcleo poblacional a algo más de cuatro mil almas. Recorremos sus calles para conocer su arquitectura popular en la que encontramos casas llamativas, algunas de ellas blasonadas.
Y es que su origen como población se puede acreditar fehacientemente en pleno siglo XV, aunque parece existir una relación entre la actual Santa Marta y una villa anterior conocida como Pontecilla que data del siglo XIII.
Impone ver la torre de la Iglesia Parroquial de Santa Marta edificada sobre una ermita que parecía existir con anterioridad en el mismo solar. Es de estilo gótico y está adornada con un bonito rosetón.
Por su parte, la Ermita de Gracia, se abre paso entre las casas y edificios que la rodean en medio de una pequeña plazuela.
La Fuente del Pilar, próxima a la Iglesia de Santa Marta, constituyó un punto de encuentro importante para la población que también acudía al lugar para lavar la ropa y dar de beber al ganado.
El pasado minero de Santa Marta tiene su presencia en el Museo Geológico y Minero que trata de visibilizar el pasado minero de la población mediante las extracciones de plomo, zinc, plata y vanadio durante el siglo XIX. Así, la colección reúne una de las mayores muestras de minerales del suroeste ibérico.
Sobre una colina descubrimos la vista de Solana de los Barros, junto al río Guadajira. Fue entregada a la Orden del Temple tras la reconquista y arrasada en numerosas ocasiones durante las guerras hispano-portuguesas.
Su Iglesia parroquial de Santa María Magdalena fue edificada en el siglo XVI aunque su aspecto actual poco tiene que ver con el original.
Sobre el tejadillo del campanario de la torre se aprecia una escultura en bronce que representa un Cristo muy característico de su autor Juan de Ávalos visible desde la lejanía.
Sus calles ofrecen un conjunto armonioso de casas tradicionales y populares.
Hay una curiosidad bastante reseñable en esta población pacense, puerta de la Comarca de Barros según se viaja desde Mérida. Se trata del hecho de que, tras pasar casi tres semanas en 1939 en calidad de soldado de artillería, Camilo José Cela decidió situar allí el argumento desu novela “La Familia de Pascual Duarte”. Y es que, gracias a ello, el nombre de Torremejía se ha paseado por todo el mundo a través de una de las obras literarias más traducidas después de “El Quijote”.
Y si hay un edificio que nos ha llamado la atención en Torremejía es uno con gran diferencia sobre todos los que existen en la población y es la Casa-Palacio de los Lastra, o de los Mexía, edificio renacentista que mantiene diversos restos romanos incrustados en su fachada.
Se trata de varias aras sepulcrales y algunas esculturas togadas que se mantienen en un extraordinario estado de conservación.
Junto al Palacio de los Lastra se levanta la Iglesia parroquial de la Purísima Concepción, edificio del siglo XVII que perteneció como Capilla al Palacio de los Mexía. Llama la atención que la torre está situada sobre la cabecera del templo.
Villafranca de los Barros tiene duende. Su centro urbano organizado en torno a la Plaza de España reúne un armonioso conjunto de edificios singulares.
La Parroquia de Nuestra Señora del Valle sobresale entre todos los edificios que le rodean con una majestuosa portada de estilo gótico tardío del siglo XVI.
Tras ella, el edificio que alberga hoy al Ayuntamiento y otras muchas casas de las calles adyacentes son un claro ejemplo de casas solariegas, algunas de ellas blasonadas, otras más humildes de tipo campesino pero todas blancas.
El Museo de Villafranca (MUVI) supone ver de cerca y casi vivir la historia de Villafranca de los Barros y la comarca en general.
Su interior alberga colecciones museográficas de contenido arqueológico, histórico, musical e incluso un museo del automóvil desarrollado en cuatro plantas con vehículos de todas las épocas y tipos.
Otro edificio religioso reseñable en la población es la Iglesia o Ermita de La Coronada, original del siglo XV y transformada en el XVIII con una torre rematada en forma de bulbo que nos recuerda a la Ermita del Cristo Viejo de la vecina Ribera del Fresno. El edificio está totalmente encalado lo que le dota de un brillo y una luz verdaderamente espectacular.
Y también impecablemente encalada luce la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen ubicada en su antigua ermita que presenta una llamativa torre con atrio en su parte baja.
Muy próxima a Aceuchal nos sorprende el soberbio Castillo de los Feria rodeado del caserío villalbense.
Este castillo de imponente y soberbio aspecto debido a la altura y buen estado de conservación de su fachada, fue edificado en el siglo XV sobre una fortaleza árabe y sirvió de residencia para los Señores de Feria hasta que la trasladaron a Zafra. Su planta consta de un enorme torreón cuadrangular con ocho torres semicirculares de distinto tamaño adosadas.
Un precioso conjunto de casas solariegas y palaciegas blasonadas hacen agradable el paseo por la localidad en torno a la Iglesia gótica de Nuestra Señora de la Purificación, de grandes dimensiones, absorbida por las viviendas anexas.
La Ermita de Montevirgen se sitúa algo más de dos kilómetros de la población por una excelente pista. El edificio, del siglo XVI, consta de una única nave con una gran cúpula sobre su cabecera y algunos anejos. Está rodeada de viñas en un bonito paraje natural y cuenta con una típica romería que se celebra cada 8 de Septiembre.