Texto y fotografías de: Diego J. Casillas Torres
29 April 2021
Escuché decir hace unos meses a mi admirado Victor Gibello en una charla sobre fotografía nocturna y patrimonio algo tan bonito como esto:
“cuando se apaga el sol, se encienden las estrellas”
Es necesario realizar, a veces, un alto en el camino, un descanso, una parada… ...stop... …pausa. Y tuve la suerte de pausar mi vida durante unas horas en Trevejo, de la que os hablaba el Martes. Esa ausencia de velocidad que se produjo durante las horas que viví allí me llevaron a contemplar lo que me rodeaba con otros ojos, a respirar el aire con otros pulmones. A escuchar la calma con otros oídos y a sentirme más vivo que nunca.
Además de las bondades que los Apartamentos “A Fala” nos ofrecen, Trevejo es un lugar con un encanto peculiar. Magia, energía y una luz especial lo hacen diferente y es lo que encontrarás si quieres visitarlo con tranquilidad, lo cual te recomendamos hacer sin ningún tipo de dudas. Pocos lugares como este invitan a la paz.
Será la piedra y la madera, desnudas, despojadas de cualquier otro complemento. O la historia que encierra la aldea, la iglesia o el castillo… …los bosques.
Me enfrenté a ese escenario con mi cámara. Esperé pacientemente, sin prisas, a ver cómo el sol se apagaba, saboreando cada minuto del ocaso para hacer un recorrido diferente al que tantas otras veces había hecho. Esperé a que la noche me sorprendiese. Y lo consiguió.
Poco a poco todo cobró una nueva luz, más tenue, más oscura hasta que fue un nuevo color: el de la noche iluminada por una luna que se empeñaba en crecer y restar brillo a las estrellas.
La piedra, la madera, la oscuridad, la luna, Orión y las demás constelaciones, mi propia vida... ...todos, me desafiaron juntos. ¿Se puede pausar la vida?. Sí, rotundamente. En Trevejo. ¿No me crees?. Ven a comprobarlo.
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