Texto y fotografías de: Diego J. Casillas Torres
24 March 2022 | Fuente: www.miextremadura.com
No están todos los que son pero sí son todos los que están. Me refiero, naturalmente, a los rincones, las bonitas estampas que encontré en Puebla de Alcocer, situada a orillas de la Presa de la Serena, en la Siberia Extremeña.
Tras conducir algo menos de una hora y media para recorrer los 115 kilómetros hacia el Este que separan la población pacense de Mérida, llegué por fin a Puebla de Alcocer donde hacía tiempo que quería estar sin prisas, lejos de la agenda de trabajo que hasta entonces me había llevado siempre a este municipio.
La excusa era perfecta: descansar. Elegí hacerlo en Balhondo Open Village porque me habían sorprendido las imágenes que había visto de este pequeño hotel con encanto. Y no me decepcionó en absoluto. Situado en pleno centro de la población, es un lugar perfecto para dejar el coche y lanzarse a recorrer sus calles tranquilas.
Mediaba Enero, aún con mascarillas por las calles. Odio profundamente cruzarme por la calle con la gente enmascarada cuando viajo, aunque entiendo el motivo y lo respeto, pero te hace perder buena parte de los rasgos faciales, de las marcas del tiempo en algunos casos, o del clima, o del duro trabajo. Cualquier atisbo de alegría, sufrimiento, esfuerzo, dolor, satisfacción… queda reducido a la expresión de los ojos. Y no todos los ojos hablan.
El paseo por Puebla de Alcocer es, como decía, tranquilo, extraordinariamente tranquilo. El paseo se ve salpicado por un legado histórico y patrimonial verdaderamente único que me hace parar en esta esquina, en la otra… Desde los restos de una villa romana hasta casas solariegas blasonadas o fachadas de otras más recientes con trazas modernistas o neoclásicas.
La presencia humana pudo iniciarse en época neolítica. De ese periodo hay datadas dos hachas líticas, los restos de lo que podría ser una vivienda o un sepulcro hoy absorbidos por la Ermita de la Virgen de la Cueva y una construcción compuesta por piedras semienterradas junto a otra que podría ser una piedra sacra.
El historiador Vicente Paredes, identifica este lugar con la ciudad cartaginesa de Akra-Leukra fundada por el mismísimo Amílcar Barca en el año 230 antes de nuestra era, basándose en el testimonio de algunos restos arqueológicos que responden a la tipología constructiva bélica de este pueblo africano.
De época romana existen, actualmente en excavación, restos de una villa romana destinada a la producción de aceite de oliva a juzgar por las piletas descubiertas. También la cercanía con Lacimurga Constantia Iulia justifica la presencia romana en esta zona.
La joya arquitectónica por excelencia es el la fortaleza islámica. Dando por sentado que la palabra Alcázar, como denominaron los árabes a las fortalezas defensivas, deriva de al-qu?ayr, tendríamos clara la procedencia del nombre de la población: Puebla de Alcocer.
El castillo pudo ser construido entre los siglos XII y XIII y reformado en el siglo XV. Se levanta sobre una formación rocosa de 550 metros sobre el nivel del mar y domina una amplísima extensión de terreno, lo que le confiere un enorme valor estratégico. Las murallas dan idea del mismo siendo verdaderamente impresionantes. Está construido sobre un risco con caída vertical en alguna de sus caras que acrecienta la altura de las murallas y aumenta su condición de inexpugnable.
En el siglo XIII, la Orden del Temple se hace con el pueblo hasta que Fernando III lo vende a Toledo por 55.000 maravedíes en un lote que incorporaba algunos castillos del entorno. Tras cambios de propiedad, el lugar alcanza el título de Villa con jurisdicción propia en el siglo XV, siglo en el que se transforma una antigua mezquita árabe en la Iglesia de Santiago muestra del estilo gótico-mudéjar que influye en el entorno en el que se encuentra aportando una bonita estampa a la plaza a la que se accede a través de distintos pasadizos que comunican con las calles adyacentes.
La Inquisición hizo de las suyas siendo el hecho más destacado el ajusticiamiento en la hoguera de 38 naturales de Puebla de Alcocer y Herrera del Duque en el siglo XVI, el mismo en el que se levantaron los conventos de San Francisco y de La Visitación.
Cervantes dedica la primera parte de su obra más universal, “El Quijote”, al Vizconde de la Puebla de Alcocer. Hago una parada en el recorrido histórico para mencionar algunos personajes ilustres acunados en este rincón de La Siberia como Fray Fernando de Moraga (1580-1619) apodado El segundo Marco Polo por su vuelta al mundo, Agustín Luengo Capilla (1849-1875) conocido como El Gigante Extremeño o El Gigante de la Puebla y famoso por sus 2,35 metros de altura. También nació en Puebla de Alcocer Antonio Hernández Gil (1915-1994) político, jurista y Presidente de las Cortes.
Volviendo al siglo XX, la Guerra Civil Española castigó a la población que sufrió con el conflicto una dramática pérdida de habitantes. Posteriormente, la fuga de habitantes en beneficio de los cercanos Pueblos de Colonización del Plan Badajoz, hizo que la población se redujese de los 4.179 habitantes en 1.950 a 1.174 en el año 2.021.
El paseo por la población me lleva a recorrer, además de la Plaza Mayor y el edificio del Ayuntamiento, la Casa de la Inquisición, la de los Arévalo, Los Calderones, la del Comendador, la de los Sólo de Zaldívar, la de San Juan de la Puebla, la Residencia del Duque de Osuna, los Conventos de San Francisco o La Visitación, la Iglesia de Santiago, la Ermita de la Virgen de la Cueva.
Aunque subí al Castillo por la mañana, no me resisto a hacerlo de nuevo por la noche para poner a prueba mi nuevo equipo fotográfico y recoger alguna imagen de la puesta de sol y otra nocturna antes de retirarme a descansar. Me quedo con estas últimas imágenes en mi retina.
Aquí todo es paz.
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