Texto y fotografías de: Diego J. Casillas Torres
01 July 2024 | Fuente: www.miextremadura.com
Revisando notas de los últimos veranos y, quizá, buscando ese oasis en el que la paz, el frescor y el verdor me inunden por unos días, se me van los ojos a una carpeta en la que hay fotos. Pero no hay solo fotos, hay un puñado de buenos recuerdos de momentos vividos en un lugar al que siempre deseo volver, en el que me gustaría, de hecho, vivir todo el año. Es el Camping Aguas Claras prácticamente en medio del camino que conecta Valencia de Alcántara con la frontera Portuguesa.
Paro, respiro, tomo un sorbo de café, me ajusto las gafas y sigo mirando la pantalla del ordenador al tiempo que organizo apuntes en una libreta junto al ratón. ¿Porqué quiero volver a Aguas Claras?. Los recuerdos son solo eso, recuerdos, viven en el pasado que ya no existen pero anidan en la cabeza. Y en la mía conviven además con centenares de ubicaciones de lugares preciosos. Trasteo un poco y recupero algunos de esos enclaves para diseñar un plan redondo que me aleje unos días del ajetreo del Festival de Mérida, de los proyectos que estamos intentando levantar entre un grupo de soñador@s, de las preocupaciones mundanas. Merlí y Frida estarán bien unos días sin su humano pero con la supervisión de una vecina que se ha ofrecido a cuidarlos.
Pessoa me recuerda que "para viajar basta existir", así que, entusiasmado como un chiquillo establezco el punto de partida y comienzo a diseñar...
A ver... (pienso), en primer lugar llamaré a Eugenio para que reservar un bungalow en Aguas Claras entre semana. El día del viaje saldré temprano de casa para estar allí también temprano y así aprovechar la mañana. El desayuno puedo hacerlo en Gilo, junto a la última gasolinera que hay en España y con unas vistas preciosas. Después, y antes de que el calor apriete subiré al abrigo de Puerto Roque, que cae camino de Portugal. Tendré que deshacer camino, porque ya será media mañana para volver al camping y hacer el checking.
Una vez registrado, ...conduciré hasta Portagem, en Portugal y a... unos 14 Km. del Camping. Portagem es el primer pueblo que encontrarás en Portugal y debe su nombre al paso fronterizo que existía aquí. Posee un puente que, aunque algunos se empeñen en decir que es romano, es más medieval que Alfonso X, alomado hacia el centro, signo identitario casi inconfundible.
Está a orillas del Río Sever, precioso, discurre calmado bordeando la población y regalando un hermoso remanso de paz, partiendo el bosque para regarlo. Al llegar a Portagem tengo dos opciones, hacia la derecha voy a Marvão y hacia la izquierda hasta São Salvador da Aramenha. Conduciré hasta este último lugar para visitar A Cidade Romana de Ammaia, disfrutar de un paseo por el yacimiento y visitar el museo que, aunque es pequeñito, tiene una colección de piezas muy seleccionadas y de gran valor. Incluso, si voy entre semana es probable que vea trabajar a los arqueólogos que estos días se afanan por sacar el Anfiteatro recién descubierto.
A mediodía, volveré a Portagem para comer, y lo haré en la terraza del Hotel Sever, bajo los árboles y al pié del río del mismo nombre. Y comeré uno de los mejores bacalaos dorados del mundo mundial. Mmmmm ¡qué rico! ese bacalao dorado con albahaca... Ya me está volando la cabeza. Después de comer, he pensado en tirar de bañador y toalla y echar una siesta en la Praia Fluvial. Es una maravilla, apenas unos metros aguas abajo todo el cauce está canalizado y convertido en piscina natural, con sus escaleras para entrar y salir. Una maravillosa alternativa, y fría, para pasar la siesta y mitigar el calor del verano.
Ahí me quedaré "tó tocino" como dicen en Aragón, hasta que despierte. Y después de este descanso, un poco de acción. Tomaré el coche para subir a Marvao, a poco más de 5 km. Marvao es una hermosa villa medieval encaramada en un enorme y altísimo risco, un verdadero nido de águilas. En Marvao dejaré el coche en el aparcamiento que hay a la entrada y pasearé por las empedradas calles, flanqueado por fachadas recién encaladas (siempre), hasta el castillo. ¡Vaya! si llego más tarde de las 17:00 (hora portuguesa, claro), no podré visitar el Museo Municipal que es una verdadera joya, así que tendré que elegir entre la siesta de Portagem o museo. Me quedaré con la siesta y el baño. El museo lo conozco y prefiero hacer tiempo en Portagem para pasear por Marvao con la última luz del día, algo realmente precioso. Después elegiré una de las preciosas terrazas, quizá esta, que tiene vistas al horizonte, al infinito, y me quedaré embobado con la mirada perdida en la nada.
Bueno, el día estoy seguro de que habrá merecido la pena así que solo me queda pensar en la noche. Resulta sobrecogedor, te lo puedo asegurar, salir de madrugada a la puerta del bungalow y sentir el fresco de una noche de verano alcantarina. Es como si los bosques y los helechos, las rocas incluso, y todos los seres que habitan el lugar se fundiesen en un solo ser, vaporoso y etéreo, y acudieran a abrazarte mientras miras el cielo, uno de los más limpios de nuestra región. Ahí, sumergido en la inmensidad del firmamento, abrazándote los hombros para calmar el fresco, te das cuenta de que todo eso está ahí, ha estado siempre, y tú estás solo de paso y no te queda más remedio que hacerlo bonito porque, si no, no tendría sentido alguno presenciar un espectáculo tan grandioso.
Dormiré la mona porque habré dado buena cuenta, sin duda, de un par de copas de... Viña Puebla, Balancines, Habla, Pentateuco o cualquier otro jugo extraído de Tierra de Barros y me prepararé para vivir otra bonita experiencia el segundo día de excursión.
Despertar en el bosque de Caperucita tiene su encanto, sobre todo cuando sabes que el lobo no acecha. La misma sensación que por la noche, de frescor, de ese ser que ya no te abraza pero que lo sientes flotar en el aire y que se reparte por doquier para dar vida y color al lugar. Ducha, café en la cafetería del camping, maletas listas y listo para vivir la segunda experiencia que me llevará en primer lugar a la ruta de los Dólmenes. Conviene hacerla temprano porque el calor a media mañana será probablemente sofocante así que, botas, bastón, coche aparcado cerca del Dolmen El Mellizo y pies en polvorosa.
Visitaré, además de El Mellizo, los dólmenes de Data I y II
y después Cajirón I y Cajirón II,
Aprovecharé para subir al mirador del Berrocal de la Data, que no lo conozco y volveré a por el coche. En total no llegará a los ocho kilómetros.
La siguiente parada la haré en Valencia de Alcántara para visitar su hermosa judería, un verdadero paseo en el tiempo que te trasladará sin duda a lo más profundo de la cultura sefardí.
Y volveré al Camping Aguas Claras para comer allí a mediodía y aprovechar, aunque habré dejado ya el bungalow, para darme un chapuzón en la piscina y pasar el tiempo restante allí hasta que decida marchar de vuelta a casa.
Podría hacer más cosas si me quedase un día más. Por ejemplo, volver a Portugal para ver la Estación de Marvão-Beirã, con su colección de azulejos que son un catálogo artístico de lugares singulares de Portugal. Allí incluso podría hacer una ruta por Rail Bike Marvao.
También podría visitar Castelo de Vide, una preciosa villa que mantiene una de las juderías más bonitas que conozco.
A la hora de volver a casa, prefiero los caminos largos con paradas inesperadas, sin prisas. Así que puede que opte por volver a casa por Portugal cruzando un entramado de minúsculos y preciosos pueblecitos desde São Salvador da Aramenha hasta Portalegre. Es posible que hiciese una parada allí para tomar un café en el centro, precioso. Y también, probablemente, terminaría desviándome 30 kms hacia el oeste para visitar el Anta do Tapadão o Dolmen de Aldeia da Mata
Al final, volvería hasta Portalegre y, con toda seguridad conduciría hacia España por Arronches, Santa Eulalia y Elvas... Podría hacer muchas más cosas y estas son solo las que se me ocurren mientras garabateo en mi cuaderno el plan trazado, un plan redondo.
¿Te animas? ¿Me sigues?. Vamos, te espero.